Tan necesaria como la esperanza y el optimismo es la objetividad para tomar decisiones que propicien mejora. Los cien días de gobierno del binomio Guillermo Lasso-Alfredo Borrero se han centrado en la expectativa por el cumplimiento del plan de vacunación 9/100, clave para la ansiada reactivación económica y por ello la aceptación ciudadana a la gestión presidencial es altamente favorable.

Sin embargo, con las acciones conducentes a la reactivación de la economía en el país ocurre lo mismo que al caminar: al tiempo que un pie termina de apoyarse en el suelo, el otro inicia su despegue para que no se detenga la marcha. Mientras se gestionaba la adquisición suficiente de dosis de la vacuna anti-COVID-19, se han ido dando pasos en otras áreas claves de la administración. Y el ritmo no debe bajar.

Hay en el país un ambiente de menor tensión, de expectativas respecto a que se tomen decisiones acertadas para crear empleo, mejorar la atención en salud y proporcionar mayor seguridad, también se percibe que la imagen del Ecuador ha mejorado en el ámbito internacional, pero hay quienes sostienen que es ahora cuando el camino podría tornarse difícil, porque si bien la dirección proviene desde la Presidencia de la República, se requiere que se sumen esfuerzos desde las diferentes instancias que intervienen en la gobernanza del país.

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Ahí la Asamblea, por ejemplo, les queda debiendo a sus mandantes. Aunque podrían los asambleístas de los diferentes bloques –en especial el de Pachakutik que debe cuidar su proyección política para las siguientes elecciones– mejorar su imagen ante los electores y dejar de mostrarse solo como opositores ideológicos para constituirse en legisladores sensatos que contribuyan a la viabilidad de la recuperación económica del país, pues hay expectativas por los proyectos de ley que se requieren aprobar para hacer los ajustes necesarios que den viabilidad a las políticas de reactivación. Darían una enorme y grata sorpresa si se unieran para actuar en pro del bienestar del Ecuador. (O)