Mañana se inicia el sexto mes del año. Ha corrido casi la mitad del 2023 y Ecuador está inmerso en una serie de decisiones tomadas y por tomar que cambian el rumbo político del país y con ello la vida de sus habitantes.

El domingo pasado, el sacerdote de la parroquia San Alberto Magno, de Daule, en la homilía de las 09:30, habló de las decisiones personales. Esta columna no alude a ese tema puntual o religioso, pero es oportuno reflexionar en torno a decisiones que tendrán efecto comunitario.

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El 2023 se convirtió en un año de resoluciones políticas, muchas no imaginadas, que aunque estuvieran en el escenario de la democracia llegan por primera vez como experiencia a la ciudadanía. La muerte cruzada llevó a anticipar elecciones como camino constitucional y a tener un gobierno sin Asamblea Nacional.

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El decreto firmado por el presidente Guillermo Lasso, que disolvió al Legislativo, fue una decisión exclusiva del mandatario y sus asesores. Ahora los ecuatorianos tomarán otras determinaciones: está en sus manos un cambio de rumbo administrativo o mantener la línea actual, más allá de que el Ejecutivo no ha confirmado ni descartado una postulación para los comicios del 20 de agosto próximo.

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En la ruta democrático-electoral hay varias decisiones pendientes contra reloj. Una está en los partidos y movimientos políticos que tienen hasta el 10 de junio, once días, para inscribir a quienes serán sus candidatos a presidente, vicepresidente y asambleístas. Y restan solo ocho días para registrar alianzas en el Consejo Nacional Electoral.

Los plazos están corriendo y en las redes sociales se lanzan globos de ensayo que, por respeto a los electores y por responsabilidad, deben definirse y evitar la desinformación.

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El respeto y la madurez política para con el Ecuador y sus ciudadanos es una decisión que se deberá valorar en las urnas el próximo 20 de agosto, cuando la población se convertirá en el gran juez de los políticos candidatos. (O)