A inicio de los años noventa, la música latinoamericana que se conocía en el mundo era la mexicana, con sus rancheras y mariachis, el tango argentino del eterno Gardel, la brasileña a ritmo de samba y bossa nova, y la salsa y merengue del caribe centroamericano.

Cada región del continente tenía su música propia; y cada una de ellas, sus exponentes mas destacados. A lo mejor, uno que otro llegaba con su música al país vecino, con el que compartía afinidades, cultura y ritmos, pero nada más.

Esa era la historia de la música latinoamericana, y particularmente colombiana, hasta que un joven samario, de nombre Carlos Alberto Vives Restrepo, irrumpió en la escena musical colombiana para llenarla de talento, y cambiar para siempre su historia.

Aunque ya lo había visto actuar en la novela Gallito Ramírez, por allá por mediados de los ochenta, no fue sino hasta la telenovela Escalona, inspirada en la vida de don Rafael Escalona, maestro compositor colombiano, considerado uno de los mayores exponentes de vallenato, en que el talento musical de Vives explotó.

Vives puso la música colombiana y el género vallenato en el mundo y a bailar a norteamericanos, europeos y asiáticos con su ritmo para siempre.

El primer gran éxito que desbordó la frontera latinoamericana y que puso a bailar al mundo vallenato fue La gota fría. Y de allí en adelante, han sido 30 años de éxitos tras éxitos; de experimentar en cada álbum: vallenato, salsa, pop y rock; de contar historias urbanas, de cantarle a esta tierra, nuestra tierra; a este pedazo del mundo que cada vez retumba con má fuerza en el mundo.

Vives puso la música colombiana y el género vallenato en el mundo y a bailar a norteamericanos, europeos y asiáticos con su ritmo para siempre.

Pero no es solo el vallenato. Es la carga regional, ancestral y cultural que el vallenato lleva. Es impregnar en la cultura del mundo, el sello de este pedazo del mundo.

Y lo que hizo Vives no fue solo eso, sino algo mucho mas importante e incalculable: abrió las puertas del mundo para los artistas colombianos.

Porque detrás de Vives llegaron Shakira, Juanes, Sebastián Yatra, Fonseca, Maluma, J Balvin, Karol G, Fanny Lu, Camilo, todos ellos con mucho talento y merecido éxito.

Entonces, hay un antes y un después de Vives.

Pero lo más importante de este gigante de la música latinoamericana es su sencillez, que derrocha por donde se mueve.

El fin de semana pasado se presentó en Guayaquil acompañado de jóvenes músicos talentosos que él apadrina, lo que dice mucho de su generosidad personal y artística.

Una parranda al estilo de Carlos Vives se vivió en Guayaquil

Y además, tuvo un gesto que lo grafica de pies a cabeza como ser humano: le regaló una entrada a una fanática suya que cumplía años ese mismo día y que no podía costear ni la entrada más barata a su concierto. Y no solo eso, la subió al escenario, le cantó feliz cumpleaños y bailó con ella una canción entera.

Hace mucho tiempo que yo no veía un acto de desprendimiento y de solidaridad humana de esta naturaleza de parte de una celebridad de estas dimensiones.

Vives es un orgullo para Latinoamérica; un ejemplo musical; un ejemplo de ser humano.

Gracias, Carlos. (O)