El Gobierno lo ha planteado como parte de un plan de vender diversos activos del Estado. Y hay buenas razones para hacerlo, igual que algunos pasos importantes en el proceso.

Uno: es inevitable que al Banco Banco se lo utilice como instrumento para alcanzar objetivos políticos y hay corrupción (de hecho, ha sucedido muchas veces). Ejemplo, dar crédito más barato a los clientes, prestar al Gobierno directa o indirectamente, dar cierto tipo de crédito que es muy difícil de recuperar, prestar directamente a amigos para pagar favores, etcétera. ¿Y qué tiene esto de malo? “Nada”, sino que es una pésima manera de usar el dinero de los clientes y de los ciudadanos; y, además, para dar créditos ventajosos hay instituciones del Estado que tienen ese objetivo, como la CFN o Banecuador. Un banco comercial no está hecho para eso.

Dos: algunos pensarán que un banco en manos del Estado ayuda a “guiar la competencia”, por ejemplo, bajando las tasas de interés y forzando a los demás en esa dirección. Ese es justamente el problema: que se pretenda desde el Estado guiar la competencia; al final, el sistema funciona peor y pierden los clientes. La pregunta correcta es: ¿qué hace que en el mercado no haya suficiente competencia y que a la larga no se tengan más y mejores servicios a los usuarios (incluyendo más crédito en mejores condiciones)? Y sobre esa base, hacer las necesarias correcciones, básicamente en impuestos o regulaciones excesivas e inadecuadas.

Tres: el sistema financiero ecuatoriano necesita un empujón adicional desde afuera. Y la venta del Pacífico es una excelente oportunidad. Con toda seguridad, en el Ecuador de hoy habrá bancos latinoamericanos de calidad interesados en adquirirlo (ojalá también de otras geografías, pero eso en el mundo actual es más complicado). Por ejemplo, hay muchas empresas colombianas, peruanas o mexicanas en el país, y a los bancos de sus países les interesa “venir tras de ellas”. Importante: el proceso debe ser muy riguroso para que vengan entidades de alta calidad que realmente aporten competencia sana en el mercado. Y este proceso puede abrir los ojos a otros bancos internacionales.

Cuatro: el precio. Es un tema importante, pero secundario. Cualquier experto sabe cuál es el valor aproximado razonable, y no podemos hacernos ilusiones de recibir más, ni tampoco menos, por supuesto, para lo cual el proceso debe ser claro y transparente.

Cinco: un tema esencial sí es: ¿qué se va a hacer con el dinero que se reciba, teniendo en cuenta la gran irresponsabilidad de los Gobiernos en manejar los recursos (se despilfarra con enorme facilidad)? Como me decía un colega: ¿es mejor a un hijo irresponsable darle una mesada o de una vez todo el valor (presente) que puede recibir en el futuro? Evidentemente, lo primero; o, si no existe mejor alternativa, poner una cierta cantidad de lado en un fondo para que no caiga en malas tentaciones. El dinero debería ir a un fondo que ayude a la reforma del sistema de jubilación; o, caso contrario (solo es una segunda mejor opción), como ha planteado el Gobierno, crear un fondo para la lucha contra la desnutrición infantil crónica.

... Tema muy importante del 2022… igual que continuar con la venta de otras empresas estatales (CNT, hidroeléctricas, etcétera). (O)