Con todas las falencias que tienen las Fuerzas Armadas ecuatorianas, hay una carga positiva en su imagen y desempeño. Podríamos decir que una de sus fortalezas es ser “victoriosas”, así las percibe la mayor parte de ecuatorianos. Las encuestas reflejan eso y confían y dan su apoyo a los militares. En cuanto a nuestros vecinos, Colombia y Perú:

Las Fuerzas Armadas colombianas, después de Brasil, son las más poderosas de Latinoamérica, la larga lucha contra la insurgencia las han desgastado, sin embargo, los enfrentamientos continúan, especialmente con los disidentes de las FARC y con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que esperan con el nuevo Gobierno reanudar las negociaciones por la paz, aunque este grupo insurgente sigue activo con alrededor de 2.500 de sus miembros. Lo más grave es la lucha contra las mafias del narcotráfico, especialmente los carteles mexicanos, junto con las bandas criminales (Bancrim) y lo que queda de los disidentes de las organizaciones subversivas que lucran del negocio de las drogas, la extorsión, la minería ilegal y el contrabando de armas, explosivos y de precursores para la elaboración de la droga. Frente al poder de las Fuerzas Armadas y policiales colombianas, el presidente Gustavo Petro, exguerrillero del desmovilizado movimiento insurgente M-19, sigue el patrón de los países de tendencia política de izquierda, observando sus primeras decisiones, desplantes a los militares y nombramientos en las áreas de seguridad y defensa, preocupan. Se observa con expectativa la política del presidente Petro en relación con las Fuerzas Armadas y la Policía En el Perú es distinto, los grupos subversivos más duros prácticamente fueron exterminados, Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), aunque aún quedan pequeños focos subversivos. Hay un gobierno de una aparente izquierda; el presidente Pedro Castillo, a los políticos y aliados de campaña más radicales los ha apartado de su gobierno, como una señal para asegurar su frágil estabilidad.

Nuestro Gobierno debe exigir que el Estado colombiano haga presencia efectiva y permanente.

En Perú tenemos unas Fuerzas Armadas más sólidas y tradicionalmente de élite; ahí el escenario es eminentemente político, la clase política está fraccionada y hay una lucha por el poder. Sin duda nuestro país ha jugado el papel de sándwich. Las reuniones con los Gobiernos de los países vecinos no han dado resultados positivos, en forma especial con Colombia, la frontera norte de nuestro país es un foco de lucha permanente de bandas criminales y carteles del narcotráfico por el control de territorio. Nuestro Gobierno debe exigir que el Estado colombiano haga presencia efectiva y permanente.

Igual, dentro de nuestro país, los problemas de inseguridad son sumamente graves, atravesados por males endémicos en lo político, social, económico, y la falta de voluntad política de las élites; además coincide con la etapa electoral, los candidatos hacen ofertas seductoras pero irresponsables y demagógicas. A esto se suma la debilidad del dubitativo Gobierno al no tener una buena política comunicacional y operadores políticos de fuste que le ayuden a tomar decisiones oportunas y firmes. (O)