Probablemente, amable lector, usted esté interesado en seguir la información relacionada con el resultado electoral del pasado domingo 5 de febrero, cuando los ciudadanos, atendiendo la convocatoria, cumplimos con el derecho y el deber de sufragar. El sufragio es una importante expresión de la democracia porque el ciudadano, con su voto, puede elegir directamente entre varios candidatos cuando se trata de designar determinadas autoridades para el país, o aprobar o negar algo importante para contribuir a solucionar algún problema grave, como ocurre con el referéndum o la consulta popular. Las respuestas expresadas por el voto son aplicables exclusivamente al contenido de la pregunta. Lo demás son interpretaciones que pueden ser muy distintas, según quien las emita. Los ciudadanos son la fuente del poder político y de la legitimidad de las acciones del Gobierno, por lo que el Estado, a través de sus instituciones, debe garantizar el respeto y el cumplimiento de la voluntad popular.

Cuando se escriben estas líneas, aún no se conoce oficialmente el resultado de la votación, pero lo que sí es claro es que, como en todos los actos humanos, este proceso ha dejado más de una lección, que cada partido, cada dirigente, cada candidato y, por cierto, cada ciudadano sabrá identificar. El reto es ir más allá y preguntarse ¿si así están las cosas qué podemos hacer, cualquiera que sea nuestra ubicación en el entramado social?

Los ciudadanos son la fuente del poder político y de la legitimidad de las acciones del Gobierno...

Es probable que la presencia masiva de jóvenes, adultos y adultos mayores en los recintos electorales haya tenido distintas motivaciones, desde el deseo de contribuir con su voto al triunfo de su candidato, la intención de expresar su respaldo a un partido o movimiento político, la certeza de que es necesario un cambio o implemente obtener el certificado porque se lo necesita para muchos trámites. Pero no hay duda de que todos, cada uno a su manera, expresaba su anhelo de un país diferente. En otras palabras, estamos de acuerdo en que necesitamos estar mejor, que nos agobian la inseguridad, el desempleo, la dificultad para resolver los problemas de salud y para atender la educación de los hijos, pero si es así, necesitamos un acuerdo mayor, para juntos encontrar el camino que resuelva los problemas que padecen los que votaron no y los que votaron sí.

En la gama de grises

Quizás el problema más grave del país es que no sabemos dialogar, escucharnos sin prejuicios, hacer concesiones mutuas, vencer los intereses individuales o del partido para pensar en la comunidad. Tampoco nos preparamos para dar nuestro voto a quien lo merece, porque no indagamos quién es, cuáles serían sus funciones y si es apto para desempeñarlas. Esto debilita la democracia, el ejercicio del sufragio se reduce a poner rayas en las papeletas que no siempre representan la opinión del votante. No hemos sido educados para el ejercicio de la ciudadanía, esa es una gran debilidad de nuestro sistema educativo y de nuestra sociedad, y trabajar en esto bien podría ser otro acuerdo, si es verdad que queremos un país justo, equitativo y seguro. (O)