El paro deja heridas profundas, una buena parte de la población se ha sentido (y ha sido) secuestrada. Queda un fondo grave de desconfianza y mirarnos “unos contra otros”. Un daño enorme a las instituciones, a la manera de vivir en comunidad. Parecería que la protesta social, legítima y aceptable, no se puede dar a través del diálogo, sino con la violencia apoyada por peligrosas fuerzas internas y externas. Dos veces se ha repetido en tan poco tiempo, que solo podemos mirar con enorme preocupación el futuro. Por eso la justicia debe sancionar a los que han ejercido esa violencia, es indispensable para vivir en una sociedad de Derecho, de respeto a derechos fundamentales de las personas, si no nada frenará nuevos daños futuros. Y muy malo también para la autoridad y credibilidad del Gobierno, que en 90 días “deberá rendir examen”.

Ecuador siempre sorprende con soluciones antes del abismo. Por eso nunca tuvimos guerras civiles...

Esto más afecta a los pobres, porque hoy viven con una mayor inflación por el desabastecimiento generado durante el paro, y sobre todo encontrarán un país de mayor riesgo, menor inversión, menor empleo e ingresos (tomará tiempo superarlo). Y, además, una vez más se habrá transmitido esta idea tan errada de que la manipulación de precios (combustibles) y el aumento de subsidios (deudas, urea y más) es el camino correcto. Es apenas un paliativo temporal, pero aleja del verdadero sendero: generar bienes de más valor integrándose a los mercados, con la participación de las comunidades (su responsabilidad), empresas (que ayuden en dicha integración) y Gobierno (mejor infraestructura básica, o educación y salud).

Las comunidades pobres deben ser más empresariales, no más dependientes.

Y ¿qué salió en el acuerdo?

-Declaratoria en emergencia al sector salud. Positivo ya que su estado es bastante malo.

-Incrementar el Bono de Desarrollo Humano, duplicar presupuesto para educación cultural bilingüe, aceite popular, subsidio para la urea. Acciones temporales sin efecto de largo aliento.

-Reducción de $ 0,15 en los combustibles y trabajar en una política de focalización de subsidios. Un pésimo subsidio que suma 400 millones a los 3.000 millones ya proyectados. Una pena, pero al menos se habla de focalización (aunque ¿las partes entienden lo mismo con esa palabra?) y es positivo si se implementa con tecnología, que sí existe.

-Derogar Decreto 95, que establece la política petrolera. Reformar Decreto 151 del plan de acción minero. No podrán desarrollarse en áreas protegidas, intangibles, arqueológicas, de protección hídrica y territorios ancestrales. Además, se garantizará la consulta previa, libre e informada a las comunidades. Ciertamente se torna más complejo el crecimiento de estas actividades, pero no se cierran todas las opciones, hay espacio para conversar y caminar bajo esa cobertura… Y si no se puede, es realmente un muy mal paso.

Quiero terminar con una frase mía circulada en Twitter: “Ecuador siempre sorprende con soluciones antes del abismo. Por eso nunca tuvimos guerras civiles como Colombia. Nunca dictaduras como en el Cono Sur. Nunca guerrillas como en Perú. Y decidimos la dolarización cuando se nos venía la hiperinflación. Hay una extraña capacidad para encontrar caminos”. ¿Esperanza… o ya estamos en el abismo? Prefiero la esperanza. (O)