Los Juegos Olímpicos modernos fueron fundados por Pierre de Coubertin bajo el lema en latín “Citius, Altius, Fortius”, que significa “Más rápido, más alto, más fuerte” y pone énfasis en la importancia de la participación y lucha de sus atletas, más allá de obtener una presea. Cada cuatro años, las olimpiadas reúnen a más de 10.000 deportistas de todos los países y este 2021, en particular, agregó una variable sin precedentes al mayor evento deportivo, internacional y multidisciplinario del mundo.

La emergencia por COVID-19 tuvo un impacto directo y radical en el nuevo moldeado de las culturas y sociedades. Por ejemplo, estudios científicos revelan que existe un alto impacto psicológico de la pandemia en los atletas profesionales que compiten en deportes individuales. Para sobrellevarlo, además de un adecuado condicionamiento para su bienestar físico, han necesitado de apoyo psicológico deportivo para cumplir con sus responsabilidades y mantener un completo bienestar.

Con 125 años de historia, las olimpiadas no han estado exentas de otros problemas ya conocidos, como el sexismo, racismo, discriminaciones, boicots y dopaje, pero a diferencia del siglo pasado, cada caso ya no pasa inadvertido. Además de visibilizar su talento y entretener a la audiencia, los atletas están usando la atención de los medios para concientizar y hacer activismo social contra las injusticias. Ese es el caso de la tenista Naomi Osaka, ganadora del US Open 2020, quien obtuvo una amplia cobertura de los medios al decidir usar mascarillas con nombres de personas negras desarmadas y asesinadas por la policía. Sus patrocinadores corporativos continuaron apoyándola y, por ende, estos al movimiento de justicia racial. Es decir que conforme los atletas manifiesten inconformidades sociales y personales, más franquicias deportivas y patrocinadores despertarán la conciencia colectiva sobre la inequidad e injusticia.

Ahora, en Tokio 2020, las gimnastas alemanas han decidido usar traje completo ante el doble estándar de los uniformes que existe para hombres y mujeres. En este y la mayoría de deportes, los hombres tienen permitido usar atuendos más largos, menos entallados y por ende más cómodos, mientras que las mujeres todo lo contrario. Hace unos días, jugadoras de handball de playa de Noruega vistieron shorts en lugar de bikini y fueron multadas con USD 177; hoy, el acto de rebeldía de las alemanas espera cambiar una norma completamente ajena a su desempeño deportivo.

Tan solo en Ecuador tuvimos que esperar 25 años para poder retornar a la gloria del oro olímpico y para despertar en la durísima realidad que viven nuestros atletas. El histórico triunfo de Richard Carapaz como el indiscutible mejor ciclista exportado de la historia ecuatoriana nos invita a reformar la idea de “esperar a que la prensa mundial nos notifique de nuestras falencias” por “tomar medidas proactivas” que dé a nuestros futuros medallistas tres razones por las cuales celebrar: el fruto de su sacrificio, alzar con orgullo el nombre del Ecuador en lo más alto del Olimpo y retribuir así a cada ecuatoriano e institución local que creyó –sin dudarlo– en su talento. (O)