Hoy muchos empresarios creen que “deben resolver problemas reales del mundo” y “tener un propósito social más allá de las utilidades”. Está muy bien, porque sociedades más exitosas pueden enfrentar nuevos desafíos, y es frustrante que haya aún bebés que mueren al nacer o gente sin acceso a agua potable… Pero cabe recordar el pasado: ¿acaso el primer panadero no fue un gran innovador y no lo hizo ya con un doble propósito: un buen negocio y ayudar a sus vecinos con su nutritivo producto? Incluso empresas acusadas de contaminar, como las petroleras, ¿no hicieron un gran aporte que cambió positivamente el mundo? Y así miles más.

Se dice que, hoy, las “empresas sociales” son más exitosas. Pero los empresarios exitosos desde siempre, ¿no habían pensado a la vez en sus accionistas, sus clientes y su personal, es decir, “ser sociales”? Y mire alrededor suyo, ¿qué no es “social e importante” de lo que utiliza y alguien le provee: ropa, alimentos, transporte, ocio, tecnología y más? Si evaluáramos las empresas del pasado, también encontraríamos que las más exitosas ya tenían en promedio más visión y propósito, es decir, eran simplemente mejores… ¡sin tanta etiqueta! Siempre habrá una gama de empresas, desde las que resuelven problemas esenciales hasta las que solo mejoran pequeñas necesidades del día a día, y empresarios con más o menos

“... hay una profunda incomprensión del papel de las empresas frente a otras responsabilidades”.

necesidad de propósito. Pero en la cadena económica todas son igual de importantes, porque los clientes también tenemos una amplia gama de necesidades.

Gregg: … hay una profunda incomprensión del papel de las empresas frente a otras responsabilidades. Con una tendencia de muchas corporaciones a comportarse como si las “virtudes” de alguna manera reemplazaran la función de señalización de los precios y la competencia del mercado, los resultados a largo plazo para la sociedad pueden ser tóxicos… Se requiere reflexionar sobre 1) el telos (sustento moral) específico de la empresa que la hace diferente de las escuelas, organizaciones religiosas o sin fines de lucro, 2) cómo a través de ese telos la empresa contribuye al bien común mediante la potenciación de una amplia asociación (ganancias, salarios, capital, división del trabajo, etc.)…

Las empresas tienen mucho que aportar, simplemente avanzando en lo que hacen diariamente: ¿acaso no pueden mejorar en precios, calidad, respeto al cliente, trato a sus trabajadores, a proveedores o al medioambiente? Por eso el mensaje: no perder el enfoque de proveer mejores bienes y servicios antes que enfocarse y promover su rol social (que no es diferente) o la sostenibilidad del planeta (tema probablemente sobrevalorado). Ese es su gran aporte a todos.

Pero ciertamente la productividad nos permite hoy resolver y enfrentar más problemas importantes y “sociales”. Incluso en sus “apoyos sociales”, la tecnología permite enfoques antes difíciles o imposibles. Hoy se convierte en una actividad compartida y no simplemente una decisión filantrópica centralizada (el dueño decidía qué hacer con los excedentes para apoyar socialmente)… Quizás la diferencia es que, en un mundo más complejo, se requiere de soluciones donde propósito e impacto sean más claros… Lo mismo de siempre, pero de manera más eficiente y visible. (O)