Aun cuando vivimos tiempos de cambios vertiginosos, siempre será mejor tener un plan que ir a ciegas, improvisar o ejecutar sobre la marcha; sin embargo, tenerlo no es suficiente, lo importante es que sea un buen plan. Algunos aspectos deben tomarse en cuenta.

Un buen plan va más allá de las declaraciones llenas de elocuencia y las buenas intenciones. Está alimentado de una visión y propósito. Contempla elecciones y decisiones, tiene metas concretas y medibles, acciones específicas a ser ejecutadas, tiempos establecidos con responsables claros.

Un buen plan es realista y práctico, considera el entorno en el que se va a desarrollar, define victorias tempranas que le dan credibilidad, es fácilmente entendible por quienes lo van a ejecutar, un buen plan suma. Además, es coherente, tiene una lógica que conecta las acciones y cuenta con los recursos necesarios.

No siempre es perfecto, sobre todo cuando se presentan circunstancias o contingencias de las cuales no se tiene control, pero es ahí en donde radica el éxito de no dejarse vencer y tener la habilidad de ajustarlo para enfrentar estas nuevas realidades.

Los buenos planes se concentran en lo verdaderamente importante, reducen la incertidumbre ante el futuro porque lo trae al presente...

Un buen plan no está sesgado por los intereses políticos o personales, se enfoca en proponer lo que es necesario hacer para alcanzar las metas propuestas.

Es así, por ejemplo, que un buen plan estratégico aterriza la estrategia, un buen plan de negocios guía la implementación de un nuevo negocio, un buen plan de vida facilita alcanzar los sueños, un buen plan del país contempla propuestas concretas de cómo desarrollar el país. Tener Buenos planes en el país, las instituciones, las empresas, uno mismo es el primer paso para cualquier cosa que nos propongamos: la salud, la seguridad, el crecimiento, la competitividad, entre otros. Planificar es indispensable para el éxito, lo afirmó el expresidente de Estados Unidos y general Dwight Eisenhower.

En su nuevo libro Invent and Wander: The Collected Writings of Jeff Bezos, el multimillonario dueño de Amazon cuenta algunas de las costumbres que aplica en su vida cotidiana para lograr mejores resultados, una de ellas es proyectarse siempre a tres años en los planes. “Cuando presentamos buenos resultados trimestrales, la gente a menudo nos felicita. Yo solo digo ‘gracias’, pero lo que realmente pienso es que ese trimestre fue planeado hace tres años”, dice Bezos.

Un buen plan empodera y enfoca a los responsables, funciona y consigue los resultados que se propone gracias a la capacidad de liderazgo de quien lo conduce y la capacidad de gestión de quien lo ejecuta.

Finalmente, hay que tener cuidado de no agonizar en el exceso de planes que agotan los recursos y no dejan espacio para la acción de corto plazo. Los buenos planes se concentran en lo verdaderamente importante, reducen la incertidumbre ante el futuro porque lo trae al presente para que podamos hacer algo con él. Los buenos planes son un mapa que nos permite llegar a nuestro destino. Vale entonces preguntarse: ¿Tiene el gobierno buenos planes? ¿Tienen nuestras empresas buenos planes? ¿Contamos con buenos planes? Si no es así, pongamos manos a la obra, ¡mejor es tarde que nunca! (O)