Así resumo lo que es Guayaquil. Lo afirmo a mis 80 años, cumplidos el reciente 21 de julio. Esta es la ciudad de mis más intensas vivencias, de manos abiertas para encontrarnos y decisión de sumar y multiplicar para el bien colectivo y de la Patria. Si hay quienes colocan primero sus miserias de espíritu, se repiten en la historia de la humanidad, desde el Paraíso.

…ciudad de manos abiertas para encontrarnos y decisión de sumar y multiplicar para el bien colectivo y de la Patria.

Mis recuerdos vienen desde 1946 (Cuenca 201 y Eloy Alfaro, barrio del Astillero). Las vivencias en el barrio Orellana fueron de los primeros años de los 50, frente al obelisco que entonces se levantó y aún existe, junto al brazo de estero que luego se rellenó, hoy ciudadela Bolivariana, y próxima a la Ciudadela Universitaria, cuya construcción se había iniciado. Mis hermanos mayores fueron al colegio y yo fui acogido por el profesor Eleodoro Barroso, profesor jubilado, vecino, que me dio la formación con la que —como no había seguido estudio regular, por dificultades en la dicción— di examen en la Dirección Provincial de Estudios. En 1954, ya fui al Vicente Rocafuerte con mis hermanos.

Igual que muchísimos guayaquileños, busqué ingresos, y vendí libros, mapas y material de enseñanza, a establecimientos de educación y a profesionales y lectores. Organicé en 1960 una feria de libros en la Casa de la Cultura. La inauguró mi “cliente”, Carlos Julio Arosemena, entonces vicepresidente de la República. Amigos hasta su muerte, marzo del 2004.

Me inicié de educador en el magisterio municipal (1961-1967). Fue la experiencia como de integrarme a una gran familia de maestros en que llegué a ser supervisor. Luego de cátedras en todos los niveles, pasé a decano de facultad —U. Laica— y rector de la Universidad de Guayaquil (1994-2004), por sufragio de la comunidad universitaria.

Cuando el 1 de diciembre de 1970 se reabrió el Banco de Guayaquil —cerrado el 30 de junio de 1970—, su visionario, César Durán Ballen, me invitó a incorporarme a su equipo. Fue suma de muchos. Se me encargó la responsabilidad jurídica para procesos y negociaciones que en el país y en el extranjero se cumplieron con éxito. Me retiré de este al finalizar 1978. El paquete dominante de sus acciones fue adquirido por Danilo Carrera y Guillermo Lasso en el año 1984.

A días de rector de la Universidad de Guayaquil tuve la primera reunión con el alcalde Febres-Cordero, con quien había tenido profundo distanciamiento desde los años 70. Sumamos apoyo para avanzar en el desarrollo constructivo de la universidad, en su informática, en su equipamiento y en el Hospital Universitario, que quedó inaugurado en 2004; además, con saldos de inversiones líquidas para su expansión. La mística fue en el interior de la comunidad; y en el exterior, Isabel Valdez, cónsul en Canadá, consiguió la donación de parte del equipamiento. Con el correato se llevaron el Hospital Universitario y asfixiaron la economía de la Universidad.

Carlos Pérez Perasso, amigo entrañable, me invitó a escribir en EL UNIVERSO en el año 1999, y aquí sigo.

He amado y amo; siento que he sido y soy correspondido. Respeto y me respetan.

La bendición de Pepe Gómez, el sacerdote y amigo, me sigue acompañando. (O)