El servicio militar históricamente constituyó una contribución a la defensa nacional; Napoleón promulgó una orden de que todos los hombres sin hijos, entre 18 y 40 años, tenían que reclutarse en el servicio militar. En la mayoría de países del mundo mantienen similares obligaciones, con la incorporación de las mujeres y las variantes en la edad y en el tiempo de permanencia en los cuarteles.

En nuestro país, el 3 de abril de 1837, el Congreso expidió la Ley sobre Conscripción del Ejército, el artículo 1 establecía que “todo ecuatoriano desde la edad de veinte a veinticinco años cumplidos será alistado para el servicio de las armas”.

En toda la vida republicana de nuestro país, hasta el 2008, el servicio militar fue obligatorio.

Cada año existen miles de jóvenes ecuatorianos, hombres y mujeres, en edad del servicio militar, de acuerdo con la Constitución vigente, el servicio militar es voluntario.

Los ciudadanos, normalmente de los estratos más pobres, acuden al acuartelamiento, unos por vocación, con la aspiración de seguir la carrera militar, y otros como una alternativa a la falta de trabajo.

Rafael Correa, como era su costumbre, en una de las sabatinas dijo que tenía la “percepción” de que el servicio militar en nuestro país “era tremendamente ineficiente” y señalaba que “tal vez para eso no se necesita un año, sino 2 o 3 meses” (ni para boy scout). Javier Ponce cuando era ministro de Defensa señaló: “Mi idea es ampliar a dos años o tres la conscripción voluntaria”; de estas declaraciones podríamos “percibir” que ni uno ni otro sabían de qué hablaban; en todo caso, Correa decidió que el servicio militar se limite a 6 meses y que de 16.000 conscriptos que se reclutaban, se reduzca a 10.000, esto redujo irresponsablemente las reservas.

Durante el año de conscripción, los ciudadanos no solo reciben entrenamiento militar para que puedan enfrentar los rigores de la vida en el cuartel, sino que reciben una formación integral, se les inculca el amor a la patria y valores cívicos; hábitos de higiene, de disciplina, de responsabilidad; además, aprenden un oficio en convenio con Secap. Estos ciudadanos al cumplir el servicio militar salen del cuartel con otra visión, sintiéndose más útiles para emprender nuevos desafíos en su vida.

El haber hecho el servicio militar debería ser obligatorio para incorporarse al Servicio de Vigilancia Aduanera, Guardia Forestal, Cuerpo de Bomberos, agentes de tránsito y sobre todo guías penitenciarios.

Hay voluntad política del gobierno del presidente Lasso de volver a la normalidad del servicio militar; a la premilitar, los alumnos del último año de secundaria, hombres y mujeres, acudían con entusiasmo a los cuarteles los fines de semana; esta es una forma de inculcar el patriotismo a los jóvenes, con seguridad los estudiantes volverían a asumir una responsabilidad que tuvieron sus padres. Igual, el servicio militar para estudiantes universitarios, que se lo hacía en las vacaciones y alcanzaban el grado de subtenientes de reserva. Aún quedan unos pocos oficiales de reserva que con nostalgia recuerdan con orgullo su paso por los cuarteles.

Una forma de servir a la patria. (O)