El inicio de cada año es propicio para hacer volar la imaginación sobre lo que ocurriría en el inmediato futuro con la ciencia y tecnología aplicadas a la agricultura, que no es ajena a los nuevos descubrimientos en el mundo insondable de los microorganismos que pueblan los suelos, solo basta con saber que bajo nuestros pies residen miles de millones de bacterias, hongos, arqueas (organismos resistentes a los antibióticos) y otros, en armónica convivencia con las plantas para facilitar su nutrición y la provisión alimentaria. Similar esquema se replica en el cuerpo humano y animal que motiva profunda disquisiciones, que asignan al colon la categoría de segundo cerebro.

Esos minúsculos seres incompletamente estudiados, carentes de identificación plena, otorgan a suelos privilegiados, caracterizados por ser supresivos u ofrecer dificultades para el acceso de patógenos al torrente nutricional y acuoso de los cultivos evitando el crecimiento fácil de enfermedades como el hongo dañino Fusarium o la bacteria causante del moko, en banano y plátano. Deberá develarse cuáles son benéficos diferenciándolos de los malignos o de los inocuos y calcular la cantidad presente en los diferentes medios ecuatorianos. La academia y los organismos gubernamentales creados con la finalidad de realizar investigación deberán informar lo que plantearán al respecto o lo que ya tienen, trasmitir resultados es el final de logros alcanzados.

Aspiramos a que en este año se defina científicamente si nuestros populares plátanos son efectivamente resistentes a raza tropical 4, pues hasta ahora no hay reportes que nieguen o confirmen esa virtud, incógnita que puede ser despejada vía edición genómica como sistema de indagación, que daría seguridad a los inversionistas para ampliar las áreas sembradas, abriendo una inmensa posibilidad para que esa musácea producida en Ecuador se imponga en el mundo frente a una demanda insatisfecha. Es necesario que se haga público el grado de cumplimiento de la orden emanada por el presidente Lasso en su mensaje a la nación en mayo del 2021 en que expresó con claridad que en su gobierno se haría realidad un material inmune.

Por el lado de la salud humana, el país debe validar resultados de estudios foráneos que ubican en la microbiota intestinal la explicación de patologías que aquejan a la población, existiendo cada vez mas evidencias que los microorganismos intestinales o de otros órganos influyen las actividades cerebrales ligadas a la calidad de vida y sus afectaciones como la depresión, encontrando una correspondencia entre ellos que conviven con el hombre y la vigencia de trastornos cerebrales.

El Estado está obligado a impulsar la investigación agropecuaria, fortaleciendo los escuálidos centros de estudio, entregando recursos para que esa misión sea acometida con comodidad por la academia que ya hace esfuerzos por aportar avances que aparecen en muchas tesis de grado, ajustadas al rigor científico, que dolorosamente tienen poca difusión porque se quedan en los archivos celosamente guardados u ocultos en revistas indexadas no disponibles para el grueso popular. (O)