El presidente Guillermo Lasso disolvió la Asamblea Nacional y mucha gente se alegró; luego declaró al diario El País de España: “He escogido gobernar seis meses en el purgatorio en lugar de dos años en el infierno”.

La historia pensará, como lo ha hecho gran parte de la prensa internacional, que usted decretó la muerte cruzada únicamente para salvarse de una inminente destitución en el juicio político entablado en su contra por la Asamblea. Eso es lo que se ha entendido, pero usted tiene, todavía, una última oportunidad de reivindicar su nombre ante la historia planteando una consulta popular para derogar la Constitución de Montecristi y quede vigente la inmediatamente anterior, la de 1998. Como el CNE, entiendo, ha decidido que la consulta popular de los YASunidos tenga lugar simultáneamente con la celebración de las elecciones generales para presidente, vicepresidente, legisladores, bien podría tener lugar, asimismo simultáneamente, esta consulta para el cambio de Constitución.

Dos años de campaña

Es la Constitución de Montecristi la causa de tantos enfrentamientos entre los poderes del Estado; es la que ha creado una forma abusiva de recursos de protección que tienen paralizada a la administración pública; es la que ha creado el Consejo de Participación Ciudadana para elegir a las principales autoridades de los organismos de control; en estos mismos días se ha elegido uno nuevo que ya se apresta a elegir contralor, superintendentes, vocales del Tribunal Electoral, etc. Durante dos años, un grupo de ciudadanos, hemos estado insistiendo en la necesidad de convocar a una muerte cruzada y a una consulta popular para sustituir la Constitución de Montecristi por la de 1998, actualizada, que incorpore los avances nacionales e internacionales en derechos humanos, laborales, como lo ha propuesto el doctor Simón Espinosa.

Ser y estar

Le quedan pocos días, señor presidente, para tomar esta decisión trascendental; si no es así, tal vez algún candidato recoja la propuesta para el futuro. Si usted no la toma, su gobierno sería uno interino que se limite a proponer algunos decretos de urgencia en materia económica, que requieren autorización previa de la Corte Constitucional.

Esta consulta lo fortificaría ante un futuro en el que la próxima legislatura podría reanudar el juicio político que no fue ni archivado ni negado. El presidente podría curarse en salud, suprimiendo Flopec, como lo anticipó el ministro Santos en la Asamblea.

La dictadura era inevitable

Según las informaciones públicas, el presidente ha pedido a sus ministros realizar en seis meses los planes previstos para los próximos dos años; eso es imposible, y contratos de última hora serán posiblemente anulados por un nuevo gobierno e investigados los contratantes; quedarán obras abandonadas, como la Refinería del Pacífico.

Actualmente, lo sensato sería invertir en la rehabilitación del sistema vial y de todas las estructuras destruidas o dañada por el inclemente invierno; eso traería inversión en las provincias, con la consiguiente creación de mano de obra.

El país, debido a las elecciones anticipadas, busca candidatos. (O)