Las maniobras para asaltar al Poder Judicial no paran. Parece una guerra infinita. Las mafias sedientas de impunidad y las pandillas hambrientas de protección no tienen límites. Sin ninguna vergüenza, sin ningún rubor, en días pasados el país pudo ver una escena –captada en una histórica fotografía– en que líderes del Partido Social Cristiano, miembros de la banda correísta y el inefable presidente de la Asamblea, entre otros, planeaban cómo postergarían la reconsideración de la decisión de no enjuiciar políticamente a ciertos vocales del Consejo Nacional de la Judicatura (CJN). Violando norma expresa de la ley y principios éticos elementales, los conjurados se inventaron una argucia propia de tramposos: sacaron del recinto legislativo a quienes habían propuesto la reconsideración para luego argumentar que en vista de su ausencia no se podía votar ese asunto. Con ello buscan “ganar tiempo” para ver si logran virar a alguno de sus pares y tener mayoría. Increíble. Con este ardid la votación de la reconsideración podría no darse jamás. No les importa que la ley manda que las reconsideraciones se deben votar en el mismo día en que se adopta una decisión o máximo en la siguiente sesión; y no cuando les dé la regalada gana.

El único ganador de todo este lodazal es el crimen organizado que se está llevando al país en peso.

Mientras tanto, el CNJ seguirá en un estado de inseguridad institucional. No basta entonces con tener el espectáculo de un presidente de la Corte Nacional que hace lobby para que se destituya a los mencionados vocales o que presenta una terna que es una vergüenza nacional para que el Consejo de Participación seleccione de ella a quien presidiría al CNJ o verlo en entrevistas haciendo acrobacias leguleyescas que deshonran la dignidad de su posición y con ello la imagen de la justicia –hasta hoy no le ha explicado al país cómo así en más de un año no envió un simple pedido de extradición contra el prófugo que se esconde en Bélgica bajo las faldas de su cónyuge–. No, ya no es suficiente todo este circo. Ahora los ecuatorianos debemos soportar además a la nueva pandilla, la de tetones, gritones y mafiosos que está empeñada obsesivamente en asaltar a la justicia y desde allí desestabilizar a todo el aparato estatal. Los ecuatorianos no pueden menos que indignarse al pensar que a estos señores se les paga un sueldo, se les dan asesores, autos, descuentos e inmunidades; y todo para que sean unos vagos y conspiradores a tiempo completo. ¿Tenemos los ciudadanos que soportar todo este torrente de vulgaridad solo para decir que vivimos en una democracia? De paso, ahora se les ha ocurrido enjuiciar políticamente al ministro del Interior, que viene ejecutando una épica batalla contra el narcotráfico trazada por el actual Gobierno, una lucha que nadie en el pasado se atrevió a emprender. Porque esa es la razón del juicio político a Patricio Carrillo. Es una retaliación por la masiva incautación de drogas.

El resultado de este canibalismo es llevar al país a la parálisis e incertidumbre, lo que imposibilita su despegue económico y la generación de empleo. El único ganador de todo este lodazal es el crimen organizado que se está llevando al país en peso. No les importa a estos políticos la encrucijada internacional en la que está el Ecuador y el abismo al que avanzamos. Ciertamente que Dante no dudaría un segundo en mandarlos al Infierno. (O)