Amenaza es un fenómeno oscuro con capacidad de destruir un Estado. El narcotráfico con su brutal poder es una amenaza, no solo para nuestro Estado sino para la humanidad; es tarea del gobierno, fuerzas de seguridad, legislativo, sistema judicial y ciudadanos no involucrados con este fenómeno, neutralizarlo. Realidad es lo que ocurre a nuestro alrededor, y está en nuestra conciencia aceptar u oponernos a una amenaza; algunos hechos:

Del cerro de Montecristi-Manabí fueron desalojados miembros de las Fuerzas Armadas que iniciaban trabajos de instalación de un radar para el control aéreo, focalizado, del narcotráfico, por parte de comuneros dirigidos por algunos pseudopolíticos, aduciendo defensa ecológica y falta de socialización, obstaculizando el plan denominado ‘Incremento de capacidad operativa del sistema de vigilancia, alarma y control del espacio aéreo nacional’. Llama la atención la doble moral de estos actores.

La captura de toneladas de droga hasta agosto supera años anteriores, también el asesinato de quienes estarían involucrados con carteles internacionales; las avionetas que transportan grandes cantidades de dólares para pago al sistema logístico tienen facilidad de usar nuestro espacio aéreo, en especial Manabí. Se estima que la tercera parte de alrededor de 1.300 toneladas de cocaína que produce el narcotráfico en Colombia transita por nuestro país.

La indefensión por no tener radares de control aéreo en Angostura-Ecuador permitió a las fuerzas de seguridad de Colombia bombardear nuestro territorio, durante la Operación Fénix (marzo del 2008), murieron alias Raúl Reyes (Édgar Devia), segundo al mando de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y 22 guerrilleros. Para salir de la indefensión se adquirieron radares chinos incompatibles y helicópteros Dhruv que no sirvieron.

El narcotráfico ha permeado las estructuras del Estado, ejemplo: un exdirector de la Aviación Civil, en el gobierno de la revolución ciudadana, procesado en Estados Unidos por conexiones con un cartel mexicano; un expresidente del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, sentenciado por tráfico de influencias para obtener cargos públicos, el máximo anhelado era director de la Aviación Civil, que ejerce el control del espacio aéreo.

“Plata o plomo”, frase que resume el poder del narcotráfico, la mencionó un alto dirigente del grupo subversivo Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN) cuando nuestro país fue sede de las conversaciones con autoridades colombianas.

Parece utopía aspirar a desarrollar planes para la seguridad nacional, un buen sistema político y de justicia para nuestro bienestar, porque el fenómeno del narcotráfico quiere lo contrario, una distopía, donde haya un poder totalitario, falso bienestar, lenguaje propio y libertad para delinquir; un símil, la novela Fahrenheit 451 (Ray Bradbury), en la que los bomberos vivían de crear incendios.

Necesitamos el radar de control aéreo en el cerro de Montecristi, una ley de derribo de aeronaves narcos y, en este caso, respaldar al Gobierno, Ministerio de Defensa, Comando Conjunto y Fuerza Aérea. (O)