El 8 de abril, el presidente visitó el campo de gas Amistad en el golfo de Guayaquil y anunció para el segundo semestre el lanzamiento de una licitación internacional para captar $ 500 millones en inversión y cuadruplicar la producción. A los pocos días recibió una llamada del presidente dominicano planteando el desarrollo conjunto del campo. En junio se abrió el proceso y hubo 34 interesados. Petroecuador programó la firma del contrato para noviembre. Súbitamente, se anuncia la postergación por un año.

En círculos petroleros de la capital predomina la percepción de que no hay mayor potencial de gas en el golfo de Guayaquil. Que no se justifica desperdiciar atención cuando la exploración en la Amazonía tiene muchas mejores perspectivas. Aparentemente las actuales autoridades petroleras comparten ese criterio. Pero no se trata de que Petroecuador invierta en ese campo. Lo que cuenta es que haya empresas petroleras que crean que hay un potencial y estén dispuestas a hacer una inversión de riesgo. Si fracasan, son ellas las que pierden. Si tienen éxito, el país se beneficia. La postergación suena a abandono del proyecto.

¿Acaso ese compromiso obliga la postergación de los proyectos que se supone estaban en marcha?

Para diciembre estaba prevista la contratación de otros bloques costa afuera, vecinos al campo Amistad. ¿Se mantiene en pie o se ha postergado?

En la Amazonía hay una docena de proyectos que debían contratarse a partir de octubre, pero últimamente no se ha informado de sus avances. Lo que hay de nuevo es que el Gobierno accedió a la exigencia de la Conaie de frenar la ronda suroriente hasta que haya una ley de consulta previa. Además, aceptó “la evaluación de procedimientos de licenciamiento y los impactos de carácter socioambiental, legal y operacional” de gran parte de los contratos petroleros vigentes. Lo cual ocasiona alarma entre las actuales contratistas y las interesadas en hacer nuevas inversiones. ¿Acaso ese compromiso obliga la postergación de los proyectos que se supone estaban en marcha?

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En abril arrancó el proyecto de contratación de la reapertura de 100 pozos cerrados con empresas privadas. El data room se abrió en mayo, con 28 empresas interesadas. Está prevista la contratación este mes.

Para diciembre se preveía contratar 20 campos pequeños, con 4 por empresa, que requerirían una inversión de $ 1.200 millones. También la recuperación mejorada del bloque 43, con otros $ 1.200 millones de inversión. Y el contrato de servicios específicos para incrementar la producción de Sacha, donde hoy trabaja Sinopec.

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Las empresas interesadas en la rehabilitación de la refinería de Esmeraldas tuvieron hasta junio 23 para manifestar su interés. Su contratación estaba prevista para diciembre. Se trata de un proyecto que el gobierno de Moreno dejó listo a contratar con un consorcio compuesto de empresas de primera línea (Kellogg Brown Root y Hyundai). También para diciembre la construcción de una nueva refinería de alta conversión y la concesión de la terminal en Monteverde.

Si estos proyectos se postergan, duplicar la producción petrolera a 1 millón de barriles diarios para mediados de la década sería utópico. Una nueva meta más discreta sería recuperar los 500.000 que tuvimos hasta marzo de 2021.

Sin los ingresos fiscales de la mayor producción de petróleo, la situación fiscal se complica y la recuperación económica... se posterga. (O)