Las tradiciones espirituales y culturales tienen un origen tan diverso que, muchas veces, las obras literarias las recogen y las establecen para la posteridad. Del escritor británico Charles Dickens (1812-1870) se dice que su relato Canción de Navidad, publicado en diciembre de 1843, prácticamente dio forma a la manera de entender y celebrar la Navidad que ahora conocemos. Dickens era cristiano y, cuando publicó este cuento, ya era un escritor popular y reconocido, especialmente porque mostraba las injusticias cometidas por los poderosos en contra de los más desamparados: los esclavos, los huérfanos, los niños y las mujeres.

La Canción de Navidad es un cuento de fantasmas, pero no tiene una intención aterradora; más bien, describe a los espíritus como entes que tienen la capacidad de hacer sentir, a quien están visitando, vívidas sensaciones sobre su pasado, presente y futuro. Es justamente lo que le sucede al señor Ebenezer Scrooge, prototipo de una persona absolutamente enfocada en lo material y únicamente interesada en producir dinero y más dinero. Para él, todo aquello que no tenga un fin lucrativo –como celebrar la Navidad con alegría– es un acto inútil. Esta incomprensión le hará tener una experiencia sobrenatural que le cambiará la vida.

En el inicio del relato, Scrooge es presentado como tacaño, pecador, cruel, explotador y codicioso y, por todo esto, rechaza la invitación de su sobrino Fred para cenar en familia. Pero aquella experiencia espiritual le permitirá verse a sí mismo de niño, examinarse en el tiempo presente y avizorar su propia muerte en el futuro cercano. En cada uno de estos momentos Scrooge va en realidad haciendo un examen de su propia vida y reconociendo el camino recorrido por la persona que ha llegado a ser. Uno de los fantasmas que guía a Scrooge afirma que “es preciso que el espíritu que toda persona lleva adentro salga al encuentro de sus semejantes”.

“¡Feliz Navidad!” es el deseo de la mayoría de los personajes de este cuento, quienes subrayan la importancia de considerar en esta celebración el bien común que incluye la caridad, la compasión, la indulgencia y la benevolencia. Queda claro, con Dickens, que la Navidad es una oportunidad “para poner en práctica la bondad, el perdón y la caridad”, y para que todos puedan “abrir de par en par sus cerrados corazones y acordarse de que las gentes más humildes que ellos son en realidad compañeros de viaje hacia la tumba y no otra especie de criaturas que van rumbo a otros destinos”. La Navidad es un desafío de vida en común.

En el cuento se cena pavo con relleno acompañado de compota de manzana y se dan regalos. Cuento de Navidad describe de forma literaria una transformación en pos del crecimiento espiritual: todo un desafío para aquella condición humana que nos vuelve ensimismados. Scrooge se plantea, después de esa visión espiritual, vivir de distinta manera, lo que ha llegado a ser también un propósito del Año Nuevo. Hay que preocuparse por uno mismo, ciertamente, pero también por los demás. El espíritu de la Navidad de ayudar al que no tiene y de celebrar la unidad familiar debería mantenerse todos los días del año. (O)