El Banco del Pacífico (BP) no se pudo vender. Esto aparece como un fracaso, y una frustración. Sin embargo, hay que entender lo que ha pasado en dicha institución.

El BP ha sido sometido durante los últimos tiempos a un proceso de ajuste, de eliminación de gastos, de cierre de agencias que no eran rentables, y de reducción de personal innecesario. Al mismo tiempo, al desligarse completamente de instrucciones operativas que podían venir de la Presidencia de la República, el BP ha logrado una impresionante recuperación, que se mide en cifras concretas, las cuales tiene la credibilidad de ser auditadas externamente.

Ojalá que el manejo profesional de esta entidad se vuelva un tema que toda la sociedad lo acepte y lo exija.

El BP tenía a septiembre del año 2021 un gasto operativo acumulado de 169,2 millones de dólares. Esa cifra bajó a $99,6 millones para el presente año. Como resultado en gran parte de esta reducción de gastos, el banco pasó a generar un margen operacional neto en el 2022 de 187 millones de dólares, frente a una cifra de 102 millones para el mismo período enero-setiembre del 2021. Ese gran salto en el margen ha permitido hacer más provisiones para cartera mala, es decir, estar más y más sólido.

Igualmente, el BP ha logrado recuperar el nivel de utilidades de la prepandemia, y tiene un patrimonio técnico bastante más alto que el mínimo que exigen las normas legales.

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Empero, ¿qué se decía en todo este acertado proceso de ajuste del banco? Las redes sociales se inundaron de comentarios, diciendo que “se cerraban oficinas para favorecer a tal o cual otro banco”, “que se estaba debilitando el banco para que tal o cual persona o institución lo compren regalado”. Las cifras actuales del banco, y los logros que ha tenido, demuestran la absoluta perversidad e ignorancia de quienes hicieron tales comentarios, y que fueron creando una atmósfera de duda sobre lo que en ese banco se estaba haciendo.

Al desligarse completamente de instrucciones operativas que podían venir de la Presidencia de la República, el BP ha logrado una impresionante recuperación, que se mide en cifras concretas, las cuales tiene la credibilidad de ser auditadas externamente.

Sí, el banco no se vendió, y hubiera sido agradable que se vendiera. Pero al mismo tiempo, dado el entorno internacional, no es el momento más fácil para vender un banco, pues la elevación de tasas de interés internacional, y el gran riesgo país hacen que se vuelva sumamente difícil que alguien pague el valor del capital. Estos dos factores elevan considerablemente el retorno sobre inversión esperado por quien tome el riesgo de adquirir el banco, lo cual quiere decir que se baja su precio.

De hecho, estamos en un momento en el cual se ha dado en Latinoamérica una gran desinversión de bancos extranjeros que han salido de la región, y no se ha visto apetito de la banca internacional, que suficientes problemas tiene, para entrar en países de la región.

Por ello, no es un gran fracaso la venta del banco. Se inició el proceso en un momento en que las tasas de interés internacionales y el riesgo país eran ambas muchísimo más bajas que las actuales.

Balde de agua fría

Lo que sí debemos rescatar, es que el BP es hoy por hoy una entidad rentable, y que si continúa administrándose como se ha venido haciendo, seguirá danto utilidades, y seguirá siendo una entidad con patrimonio creciente, con solvencia por su capital y sus provisiones.

Pero pensemos en que este proceso que fue tan criticado, es el ejemplo típico de lo que pasa en el Ecuador cuando se quieren romper estructuras ineficientes. Saltan las voces para difamar la gestión, y normalmente por los grandes intereses creados que existen en torno a negocios petroleros, a la electricidad, al cabotaje, compra de medicinas, a suministros del Estado, y muchas cosas más, donde cualquier intento de romper mafias se responde con difamación por las redes sociales para desacreditar las gestiones que buscan corregir estos intereses creados en la sociedad ecuatoriana.

El BP es una prueba de que con buena gestión se pueden resolver muchas cosas. Es cierto que no se vendió, pero su camino está trazado para ser una entidad que no represente un dolor de cabeza para el Estado. Ojalá que el manejo profesional de esta entidad se vuelva un tema que toda la sociedad lo acepte y lo exija. (O)