Al menos ocho consejeros presidenciales han trabajado en el actual gobierno ecuatoriano sin cobrar honorarios. Su carácter ad honorem, es decir, por honor, hace suponer que se trata de un colaborador leal y capaz que contribuye a una gesta heroica. Como lo fue Coeno para Alejandro Magno o Halide Edib para Mustafa Kemal Atatürk. Pero en Ecuador, el verdadero valor de algunos es más ad limitum, ad absurdum y ad fundum que nada.

Uno de los consejeros, Aparicio Caicedo, se llevó el premio con una grabación vergonzosa en la que exige a uno de los candidatos a superintendente de Bancos renunciar a conformar la terna. Cuando Raúl González se niega, Caicedo le amenaza con soltura: “Quise terminar esto de una buena forma (…), vas a ver lo que pasa”. Ahora sabemos a qué se refería; una jueza cantonal anuló la designación de González y el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social conocerá una nueva terna.

Para coronar, Caicedo confirma por Twitter que la Presidencia continúa sin contar con un buen operador político y escogió aleatoriamente a González.

Esta sencilla estampa refleja el Poder Ejecutivo ecuatoriano: un entramado improvisado de intereses y poderes oscuros que ha resultado en el reciente allanamiento de la casa de un consejero “dentro de un operativo por asociación ilícita”.

Quien más me intriga es Luis Enrique Coloma, consejero “en políticas públicas de combate a la desnutrición crónica infantil”. Según su perfil en LinkedIn fue director ejecutivo de un fondo promovido por el empresario Roque Sevilla, otro consejero del gobierno, y presidente ejecutivo del Grupo Fybeca por más de seis años. Es accionista y promotor de Amassence, una empresa que desarrolla fitomedicinas (sic) para mercados de exportación basados en plantas amazónicas “únicas”.

Entre los esfuerzos gubernamentales en el marco de la “lucha” contra la desnutrición crónica infantil está la estrategia de relaciones públicas con el sector farmacéutico. Como ejemplo, Coloma consta como “Asesor Ad-Honorem del Presidente de la República del Ecuador” en el programa del foro “Los primeros 1.000 días”, que fue organizado en junio por Industria Farmacéutica de Investigación (IFI), la cual afirma representar a “miembros” como Novo Nordisk y Pfizer.

De ese mismo foro –sabia decisión– se excusaron dos autoridades del Ministerio de Salud Pública que originalmente constaban en la agenda cuando descubrieron que IFI era la organizadora, pues está demostrado que las interacciones entre la industria y los tomadores de decisión representan un conflicto de interés, pues comprometen las buenas prácticas y políticas.

Coloma ha trabajado también de cerca con Christian Wahli, presidente ejecutivo de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos y Bebidas, con quien forma parte del Consejo Consultivo (temporal) contra la Desnutrición Crónica Infantil. Esta puede ser la razón por la cual Unicef Ecuador, que está involucrada en otras actividades relacionadas con desnutrición, se ha hecho el quite de esta iniciativa. Esperamos que otras organizaciones sigan el ejemplo. (O)