Indudablemente, el Ecuador atraviesa una de sus más difíciles crisis de la historia, no solamente a nivel financiero, económico y legislativo, sino que para colmo el país ha perdido la fe y la esperanza. Las nuevas generaciones ya no solamente desconfían de la política, sino que la aborrecen. Esto, silenciosamente, se convierte en una catástrofe para el país, pues jóvenes preparados y probos, o gente con amplia experticia y honesta, ya no desean tomar las riendas de ninguna dependencia del Estado y les delegan inconscientemente esta labor a los mismos políticos de siempre. Aquellos que se han perpetuado en el poder o en el intento de lograr llegar a él. Por ejemplo, asambleístas que han sido reelegidos, luego han sido alcaldes o autoridades locales y jamás han hecho nada. Funcionarios que han terminado sus periodos pasados en malos términos y hoy están participando en encuestas para lanzarse a alguna dignidad. Y el peor de los casos: políticos con un grillete, sentados, presidiendo las riendas de las instituciones del Estado. Es denigrante e insultante tener en los puestos de poder a gente que no cumple el perfil.

Mediante este artículo invito a las autoridades correspondientes a que tomen las carteras del Estado y de ahí hacia abajo de la estructura organizacional, en forma vertical, revisen a los gerentes de las empresas públicas, directores distritales, gerentes de hospitales, rectores de universidades, y verifiquen si cumplen el perfil académico, laboral y de ética para ocupar dichos puestos. Por lo menos verifiquen que sean capaces de escribir un memo o que tengan idea del giro del negocio que presiden o dirigen. ¡Cuántas personas han estudiado en la universidad y se tiene a bachilleres dirigiendo departamentos estatales! Por gente como la que nos gobierna desde los mandos medios bajos, el país pierde una cantidad incalculable de dinero en los ‘diezmos’, contratos a dedo, y montos de entre el 10 % y el 20 % por la adjudicación de obras, servicios y consultorías.

Como si esto fuese poco, vemos impávidos cómo integrantes de las grandes mafias del país recuperan su libertad, con condenas irrisorias que no son más que un mero trámite antes de disfrutar sus fortunas dentro o fuera del país, gozando del dolor, esfuerzo, sacrificio, hambre y miseria del pueblo ecuatoriano.

Insisto, es un mero trámite y formalidad de entre uno y cuatro años antes de poder gastar sus millones en Miami, mientras el pueblo vive con menos de un dólar cada día toda su vida, soportando una cadena perpetua de miseria y dolor.

Invito a las autoridades a crear sentencias más severas para los corruptos, para todos aquellos que son capaces de jugar con el futuro de la patria y de nuestros hijos. De tal modo que no tenga cabida un falso arrepentimiento, y que detrás de sus sonrisas morbosas no escondan una serie de mentiras para poder salir en libertad. Apliquen todo el peso de la ley a los ladrones que roban el dinero del pueblo, con condenas prolongadas, con acciones que resarzan de manera eficiente el daño causado. El objetivo es enseñarles a las futuras generaciones que el ser corruptos es penado de manera rigurosa. (O)