En una sociedad donde prevalece el racismo, las formas de rajar las estructuras de poder son hablando desde diversos lenguajes de aquello que nos interpela el cuerpo, el territorio. El arte es uno de aquellos elementos que acompañan este resquebrajamiento. A la vez puede ser doloroso porque atraviesa nuestra piel oscura, la que ha sido y sigue siendo golpeada y asentada entre capas a lo que hoy se llama indígena. Por mi parte prefiero nombrarlo por su nombre, runakuna, maya-kaqchiquel, shuk shuk shutikunami kanchik.

El cuerpo es el elemento principal para hacer arte vivencial más allá del discurso para Marilyn Boror, mujer artista maya-kaqchikel, originaria de San Juan Sacatepéquez, Guatemala. Su cuerpo ha sido su territorio de lucha personal y política para nombrar el monstruo racista/patriarcal/colonial que enfrenta su descendencia maya, y lo hace con su obra Edicto: cambio de nombre, en la que ha sido una de las 440 personas de Guatemala en cambiarse de apellido maya por uno colonizador (Boror, 2020). Su arte vivencial ha sido doloroso por los comentarios indignantes ante su acción y su propósito es imasha racismo unkuy wañuchihukta rikuchinkapak.

53 artistas francesas se cortan el cabello en solidaridad con las mujeres de Irán

... ahora las agendas de inclusión nos romantizan, folklorizan, o incluso los discursos terminan siendo colonizados...

El cambio de apellido mata, es una operación de “higienización”, rechazo al sí mismo y una búsqueda por conseguir el blanqueamiento mientras se combaten las formas violentas por llevar la piel, la voz, la existencia maya. Si un apellido originario muere, mueren los conocimientos, la raíz del alma y la existencia humana. Por eso Marilyn habla con su arte desde su vida. En la que ser mujer maya-kachiquel y proponer este tipo de arte ha significado ser triplemente blanco de la ola racista con comentarios indignantes sobre su imagen, raíces y dignidad. Por otro lado, tres de sus obras que se encuentran actualmente en Quito/CAC reflejan su lucha personal contra la cementera de la empresa Castillo Novela, cementera que comercializa flores y explota la tierra, y ha secado el agua de su territorio. Asimismo, retrata la lucha de las mujeres de su comunidad frente a estas megaempresas. Paypa sumaklla rurayka, chayshuk 12 Abyayalamanta artista warmikunawan paktami rikurishka kahun CAC ukupi.

El arte de las mujeres kichwas: Sisa Morán

La Academia de Hollywood se disculpa con actriz indígena por maltrato en los Premios Óscar hace 50 años

Judith Requene, artista visual, mujer afroecuatoriana esmeraldeña, es parte del encuentro y reflexiona los privilegios del arte convencional vs. las barreras de ser mujer artista afro con limitaciones económicas.

Ella ha visto una solución usando materiales accesibles como la fibra de coco para realizar obras a base de tejido, sin embargo, las barreras pueden ser más grandes dado que hay una estructura racista que sigue matando de diversas formas nuestra existencia. Tal es así que ahora las agendas de inclusión nos romantizan, folklorizan, o incluso los discursos terminan siendo colonizados. A veces corremos el riesgo de ser muy complacientes a lo que el público quiere, y nos folklorizamos, nos dice Marilyn. Y la hibridez identitaria y diversidad que puede significar ser mujer maya o afro y artista es poco reconocida y/o aceptada. Mana shuklla shinaka kanchikchu, tawka tawka samikunami kanchik. (O)