Hace unos meses, la periodista española Ana Fuentes señalaba en un artículo que en Japón “muere tanta gente sola que existe una palabra para cuando uno fallece desamparado y su cadáver se encuentra tiempo después: kodokushi”. El país asiático ha sido históricamente conocido, entre otras cosas, por tener un porcentaje muy elevado de ciudadanos que sufren de trastornos, afecciones y/o enfermedades mentales como la soledad, la depresión o la ansiedad, y una muy alta tasa de suicidios, sin perjuicio de que ha ido en descenso en los últimos años. Sin embargo, solo el año pasado y posiblemente como consecuencia indirecta de la pandemia, más de 20.000 personas se quitaron la vida. Por esa razón, el Gobierno de dicho país decidió crear el Ministerio de la Soledad, como un ente gubernamental para afrontar las distintas enfermedades psicológicas que sufren sus habitantes.

El año pasado, la Organización Mundial de la Salud señaló que el aislamiento social, el duelo y la crisis económica causada por la pandemia generarían un aumento considerable y, probablemente, sin precedentes de casos de trastorno mental en el mundo; lo cual, a su vez, naturalmente tendría como resultado una exacerbación de los factores de riesgo de suicidio. Además de las evidentes repercusiones que estas enfermedades ocasionan en el bienestar emocional y afectivo de cada individuo y de su círculo familiar o íntimo, también es importante señalar que la ausencia de políticas de salud pública para prevenirlas o de sistemas sanitarios preparados para atenderlas puede posteriormente afectar las finanzas públicas de los países, por el costo económico que luego deberán asumir para tratar los casos.

Tal vez pocos lo sepan, porque es un tema que recibe poca cobertura mediática, pero el suicidio fue la principal causa de muerte de menores de 18 años en Ecuador durante el 2019, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

Esta problemática también se pudo observar durante la pandemia, según un informe del servicio integrado de seguridad ECU-911, que estableció que durante el periodo marzo-noviembre del 2020 en Ecuador se registró un total de 220 suicidios y 429 intentos.

Esta situación nos lleva a preguntarnos, entre otras cosas: ¿cuáles son los motivos por los cuales la tasa de suicidio de menores de edad sigue siendo tan alta en Ecuador?, ¿de qué forma el actual Gobierno ha atacado este problema?, ¿existe en la actualidad algún plan serio, proyectado hacia el futuro, para aquellas personas de bajo recursos que sufren trastornos o enfermedades mentales y que no pueden costear los respectivos tratamientos?

La implementación de políticas públicas en favor de la salud mental hubiese sido un tema interesante de discusión entre los dos contendientes a la Presidencia en el debate organizado por el Consejo Nacional Electoral. Si bien durante las elecciones la salud mental fue un tema poco abordado por la mayoría de los candidatos, la ocasión es propicia para que el próximo Gobierno presente un proyecto o plan sanitario en el cual, finalmente, empecemos a considerar estos temas como prioridad. (O)