Este año hay más de 200.000 nuevos afiliados al IESS que muestran cómo arranca la recuperación luego de que la parte más dura de la pandemia va terminando. La vacunación logra más salidas a la calle y con ello se mueve la economía, evocando la posibilidad de conseguir recursos, quizás hasta un trabajo, aunque sea como el de la mayoría: insuficiente para la autosustentación. En cambio, si se revisan las redes sociales y opiniones de politólogos, gobernantes y legisladores parecería que hay una crisis de gobernabilidad cercana a terminar con el Gobierno o el Legislativo, o ambos. Hablan de huracanes, de catástrofe política, destitución presidencial versus conspiración y más hipérboles para caracterizar el momento apenas a 5 meses de asunción del presidente. Ninguna de esas hipérboles es novedad. Son el reflejo del personalismo de la política –siempre 4 o 5 hombres a la batuta de sus grupos– que en Ecuador tiene décadas de denigrar y culpar al contrario de todo lo que está mal en el país. La ausencia de partidos políticos democráticos hace que las autoridades electas para legislar o gobernar se alejen del debate de tesis y leyes para acercarse al show mediático, consignas de mercadeo y hashtags insulsos.

¿Cuántas cosas hay que arreglar urgentemente en Ecuador? ¿Cuán enajenados están los políticos para no ocuparse de esos imprescindibles que requieren de una concertación?

La desnutrición como inicio de la inequidad es un drama en el país. Hay experiencias, como la peruana, que bajó en 10 años del 28 % al 13 % los índices de malnutridos gracias al trabajo conjunto de instituciones estatales y comunidades afectadas. ¿Por qué no hay un acuerdo para empujar un proceso similar acá?

El embarazo adolescente de nuestro país es superado solo por Venezuela. La complejidad del problema se estudia en organizaciones internacionales que ofrecen claros mecanismos de acción, no hay que inventar nada. Hay que vencer prejuicios y actuar. Las cifras horripilantes develan el abandono a las niñas en nuestro país donde la mezcla de poca información, falta de acceso a métodos anticonceptivos, violencia sexual y de género marginan a diario a miles de mujeres ante la desidia de políticos, casi todos varones. El transporte público es la patada que llena de miedo y rabia desde la mañana a la mayoría del país.

Inseguridad y maltrato que deterioran la calidad de vida –siempre peor libradas las mujeres–, son otro problema nacional que junto a la ausencia de guarderías reducen las posibilidades de acceso al trabajo a las personas más jóvenes.

Todo esto contribuye a la violencia en que crecen la mayoría de ecuatorianos: vivir la inequidad desde el malnutrido vientre materno, el maltrato en casa que se repite en el bus para llegar a la escuela abarrotada, las relaciones sexuales tempranas y tantas veces por abuso para otra vez subir al bus del manoseo, gritos y vilipendio. ¿Quién no reconoce la urgencia de esto? El empleo y la inseguridad pueden tener tratamientos que sean determinados por la ideología de los proponentes. Pero, ¿no podríamos tener una tregua para trabajar al menos esos 5 temas –más la crisis carcelaria– a ver si conseguimos superarlos en esta década? (O)