Hace poco mis hijas decían riéndose mientras veíamos una película “basta que tenga barba para que te parezca guapo un actor” y me quedé pensando en el origen de esa verdad, ¡claro! Respondí, es por mi papá. Mi barba negra que ahora, con el paso de los años, la lleva blanca. Esto, porque creo firmemente que el padre es el primer referente masculino para las mujeres y es muy importante que los hombres tengan conciencia de ello.

Por ejemplo, me acostumbré desde pequeña a ver a mi papá trabajar incansablemente, aprendí la frase “vergüenza, robar” porque todos los trabajos dignifican y uno nunca debe avergonzarse de ningún oficio. También me quedó claro que lo poco o mucho que uno tiene en la vida debe ser ganado con esfuerzo y trabajo honesto, porque lo regalado no se disfruta igual. Entonces con base en eso, un hombre sin aspiraciones, ni sentido de la responsabilidad, jamás ha sido atractivo para mí.

En otro orden mi papá siempre ha sido un hombre fuerte, inteligente, de carácter indomable y poco tolerante con la estupidez, pocas veces lo he visto quebrarse, pero aún en esos momentos de fragilidad cuando sorprendida lo veía llorar como un niño con todo el sentimiento del caso, noté que siempre nos abrazaba muy fuerte y con ese abrazo pienso que recargaba su energía porque luego se secaba las lágrimas, acomodaba su pelo lacio hacia atrás, se ponía de pie, levantaba la cabeza y decía ¡Vamos! Así que no tolero que se manipule el concepto de fragilidad como muletilla para generar lástima o buscar cariño, aprendí que está bien ser frágil, pero es necesario tener actitud frente a la vida y determinación frente a la adversidad.

Por tanto, en este mes que celebramos al padre es importante que los hombres recuerden que sus acciones están siendo observadas por sus hijas y que luego buscarán hombres parecidos a ellos. Ahora, esto no es un trabajo fácil, pero ninguna labor importante lo es. En consecuencia, admiro profundamente a los hombres que por circunstancias de la vida se hicieron responsables absolutos de la crianza de sus hijos, quienes son viudos o aquellos valientes que educan hijos que no son suyos con el profundo amor y dedicación que solo un padre de corazón puede hacer.

Así que basta de restar importancia al trabajo del padre o reducirlos a un grupo de malos padres que, al divorciarse de la madre, se divorciaron de sus hijos. Quiero centrarme en la mayoría. En los que se dan tiempo y asisten a los eventos de sus hijos, escuchan atentamente hasta las cosas más sencillas con la atención e interés que se le pone a alguien importante. Los padres son fundamentales en la vida de los niños, nunca les privemos de su compañía bajo ningún concepto. Los adultos deben resolver sus problemas sin involucrar a los pequeños, ni usarlos como botín emocional.

Finalmente, en este mes de los padres, espero que la frase de Friedrich Schiller permanezca como un recordatorio “No es la carne y la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos”. Deseo que se tenga presente la relevancia del padre en la vida de los hijos y, también, quiero agradecer por la vida de mi amado barba blanca. (O)