Hoy, la cadena del maíz duro vive tensiones entre los productores y sus principales clientes: las industrias de alimento para animales. Los unos, defienden el precio de sustentación y presionan al Gobierno para no permitir la importación del grano, pese al alto precio actual. Los otros, exigen libertad para importar maíz a más bajo precio y mantener costos competitivos de carnes, aves, camarón, etc. La solución va más allá de tomar una posición entre ambas en disputa. Implica alinear a todos los actores en una agenda competitiva de cadena, ojalá de “cluster”, con metas de corto, mediano y largo plazo.

La cadena del maíz no tiene metas comunes, mucho menos estrategia conjunta. La situación actual es motivo para encontrarlas, cediendo posiciones extremas. En el corto plazo, se deben permitir la importación de maíz suficiente para paliar la escasez y que el precio vuelva a niveles normales. Por falta de financiamiento y/o capacidad de almacenamiento, la industria no compra en las cosechas la totalidad de sus necesidades. Entonces, los intermediarios compran y almacenan, pagando al contado al productor y abasteciendo a los industriales cuando nadie más tiene maíz. Por ello, la cuota de importación deberá complementarse con un mercado de certificados de depósito de maíz. Estos deben estar soportados por inventarios depositados por el productor en almacenes manejados y valorados por verificadoras reconocidas. La banca sería fuente de liquidez de los certificados y luego el mercado de valores, para lo cual haría falta una reforma legal.

Para que estas medidas sean oportunas y eficaces se debe transparentar la información de los inventarios en el canal. Esto requiere, a su vez, la formalización generalizada de las transacciones de compra y venta de maíz, de semilla y de alimento balanceado, mediante facturación con tarifa cero. Por su parte, el Gobierno debe innovar su diseño institucional y contar con un solo ministerio de producción agropecuaria, para que productores e industriales resuelvan juntos sus actuales diferencias y logren metas conjuntas por una cadena más competitiva.

La mejora de la productividad de los cultivos es meta de mediano plazo, pero de inicio urgente. Sin ella, nunca se trabajará como cadena y se sostendrá el precio de sustentación, tirando para adelante el costo de las ineficiencias, para supervivencia del productor. Mejorar la productividad va más allá de la dotación de semilla. Requiere a la industria, gobierno y banca como fuentes de paquetes tecnológicos óptimos e integrales para el productor, con impacto sobre la gestión del cultivo, cosecha y postcosecha; la mecanización para cultivos de baja escala, agricultura de precisión, alta productividad de mano de obra y rendimiento de semilla, entre otras iniciativas. La información originada en la facturación generalizada, alertará sobre la generación de excedentes que pudiera causar el incremento de productividad.

El maíz enfrenta hoy a los líderes de su cadena. Que los vientos de apertura comercial que hoy soplan, los encuentren unidos y que esta sea ocasión para un nuevo orden. (O)