Son miles, tuvieron o tienen un sueño: ser un gran cirujano, una astronauta, un futbolista mundialista, una empresaria innovadora, un juez honesto, una arquitecta creativa, un ingeniero civil, una balletista que viaja por el mundo, un experto en robótica; pero los sueños, sueños son y cuando se encuentran con la realidad y la esperanza se amodorra, se esquiva, se ausenta, esos jóvenes no tienen ya tiempo para soñar, ellos y sus familias deben pensar en sobrevivir. No encuentran trabajo, ni oportunidades para desarrollar sus talentos, buscan en la calle el dinero que les permita resolver los problemas del día. Es fácil encontrarlos, venden agua, gafas, flores, caramelos. Tienen sentido de responsabilidad, valor para afrontar la adversidad y carácter para sepultar los sueños. Para algunos no fue así y sucumbieron ante la tentación de la evasión en la droga o del dinero fácil, son sicarios, asaltantes, distribuidores de la droga y muchos terminan en la cárcel o en el cementerio y todos también los que aún sueñan y ya están en camino hacia la meta propuesta son víctimas prioritarias de la violencia.

Jóvenes exigen: Alto a la violencia

Jóvenes piensan en mejoras para Guayaquil

De esto último hablaron ellos, los jóvenes, en el conversatorio ‘Nosotros los jóvenes exigimos alto a la violencia’, organizado por el Centro de Gestión de Conflictos y Cultura de Paz, de la DASE (Desarrollo, Acción Social y Educación), empresa pública municipal. Dejaron claro que entienden el tema y fueron más allá de la protesta, a las propuestas. Plantearon que hay que tener claro que existen varias clases de violencia: la violencia ambiental, la violencia económica, la violencia cotidiana y el acoso escolar, que puede ser físico, verbal, sexual psicológico y el cyber bulling. Se preguntaron ¿cómo la paramos?

Hubo muchas ideas:

Que los jóvenes aprendan defensa personal; que se formen redes de apoyo; que se creen códigos no verbales para pedir auxilio y varias que se relacionan con la necesidad de expresarse y ser escuchados: aprender a redactar propuestas que sean oídas por las autoridades; murales emocionales, en los que los jóvenes puedan dibujar y grafitear cualquier emoción que sientan respecto del barrio y dar a conocer lo positivo a los demás, entre otras que el espacio no me permite mencionar.

... lo que dicen unos y la sola presencia de otros en las calles o tocando puertas son llamadas de auxilio que no se escuchan...

Lo cierto es que lo que dicen unos y la sola presencia de otros en las calles o tocando puertas son llamadas de auxilio que no se escuchan, son como lo que expresan dos estrofas de Los sonidos del silencio, la canción de Paul Simon, cuya voz y la de su compañero Art Garfunkel, difundieron por el mundo y que nos llevan a reflexionar y a entender que no hay más tiempo, debemos escucharlos, ya:

En la desnuda luz miré/

Vi mil personas, talvez más/

Gente que hablaba sin poder hablar/

Gente que oía, sin poder oír/

Y un sonido que/

Los envolvía sin piedad/

Lo puedo oír/

Los sonidos del silencio.

Entonces yo les quise hablar/

Entonces los quise ayudar/

Quise sentirlos como hermanos/

Quise tomarlos de las manos/

Pero no podían/

No podían despertar/

Y entender/

Un día en el silencio/. (O)