Durante los miles de años en que la humanidad ha ido evolucionando sobre el planeta, la ciencia, la cultura, el arte y el progreso económico florecieron como nunca antes en la civilización occidental, aquella que se fundamenta en los valores judeocristianos.

Esa civilización ha llegado, en nuestro tiempo, a tener una obsesión con los derechos de las personas, y con la tolerancia a casi cualquier cosa, a tal punto que ese supuesto “logro” está atentando contra su existencia misma. Y cuando esta realidad se combina con el lamentable odio que existe de muchos sectores a todo lo que venga de los valores cristianos, el cóctel se vuelve explosivo.

Esa civilización ha llegado a tener una obsesión con los derechos de las personas, y con la tolerancia a casi cualquier cosa...

El más claro caso está dado por lo sucedido el Domingo de Ramos y el Jueves Santo últimos, en los cuales en la ciudad de Granada se dio el insólito caso de que mientras se realizaban procesiones, que son tradicionales y multitudinarias en Andalucía, unos jóvenes inmigrantes musulmanes se pararon frente a la procesión del Domingo de Ramos para no dejarla avanzar, y otros jóvenes “menas” lanzaron, desde el centro de protección de menores Bermúdez de Castro, botellas y latas a quienes estaban en la procesión.

Los “menas” son inmigrantes a los cuales el Gobierno del PSOE y de Podemos les concede el derecho de que no solo entren a España, sino que además se los acepte con la edad que ellos dicen tener. Entonces, todos son “jóvenes”, menores de edad, y el Estado vela por su mantenimiento. Cuando pacíficamente quienes estaban en la procesión del Domingo de Ramos trataron de dialogar y convencerlos de que despejaran la calle, ellos se negaron, y se detuvo por largo rato la procesión, hasta que la policía llegó y logró detener a dos de ellos. El otro episodio, de las botellas y de las latas, puede ser leído en el enlace https://www.lasvocesdelpueblo.com/video-los-menas-e-inmigrantes-magrebies-atacan-la-semana-santa-de-el-vendrell-cataluna/.

La xenofobia, el racismo, la discriminación son extremos odiosos. Pero al mismo tiempo, el aceptar que una persona venga, diga que su edad es 17 cuando puede ser 21, pueda ser un terrorista infiltrado y el Gobierno ponga dinero para su manutención sin límite, y que se les tolere sin deportación estas cosas, es el otro extremo, ese que está haciendo que Occidente caiga víctima de sus propios valores, cuando son llevados a límites inaceptables, y cuando son combinados con prejuicios y pasiones de ciertos sectores políticos.

¿Qué pasa en un país musulmán si algún cristiano hace en el Ramadán algo similar a lo que los inmigrantes magrebíes hicieron en la Semana Santa en España? Sin duda, lo cuelgan.

¿Dónde están entonces los derechos cuando no tienen como contrapartida deberes? Las sociedades donde los ciudadanos solo tienen derechos y no sienten tener deberes han creado un cuerpo social absolutamente condenado a su autodestrucción. Esto está pasando en muchas instancias de la civilización occidental.

Hoy Europa tiene ciudadanos que ya resienten el que pagan impuestos para mantener a otros que buscan impedirles vivir de acuerdo a sus tradiciones cristianas y a los valores de Occidente. (O)