Se han formulado varias teorías sobre el origen del cambio climático, la mayoría está de acuerdo en que es el hombre el responsable por su intervención en las emisiones de gases ligadas con las variaciones drásticas de temperatura, otros creen que es propio de la evolución natural del planeta hacia nuevos tiempos, no faltan quienes afirman que viene aparejado con súbitas manchas solares; pero de una u otra manera sus efectos son innegables y surgen con mayor énfasis en las naciones no desarrolladas, a la vez las menos emisoras, tanto que Latinoamérica y el Caribe con baja contaminación son directamente vulnerables a sus lesivas huellas.

Las poblaciones más afectadas moran en países pobres, de bajos o nulos ingresos familiares, afectando tremendamente a los niños, conforme lo reveló un estudio difundido por Unicef, Fondo Internacional de las Naciones Unidas para la Infancia, llevando a la conclusión de que mil millones de ellos sufren pavorosamente las consecuencias de amenazas permanentes por habitar en condiciones deplorables de salubridad, con deficiencias de aprendizaje elemental, siempre expuestos a enfermedades y plagas catastróficas. Así los escasos esfuerzos mundiales logren hasta el 2050 cero carbono, hasta tanto habrán soportado sus indetenibles embates, pues esos resultados de mejoría no se manifestarían en forma inmediata.

La misma agencia es autora del índice de riesgo climático de la infancia, clasificando a los países según el grado de exposición a las perturbaciones medioambientales, como inundaciones, sequías y, sobre todo, olas de calor (el año 2020 fue el más caluroso), que pueden ser letales, interponiéndose al acceso de servicios como alimentación, salud y educación, estimando que el 50 % de 2.200 millones de menores, localizados en 33 países (no se incluye al Ecuador), es calificado de “muy alto riesgo”, con tendencia a agravarse según avancen los daños a la atmósfera; aun cuando la vida de todos, indiferente de donde vivan, corre riesgos por estos golpes de la naturaleza, además la constitución física y funcionamiento de sus tiernos organismos son endebles, menos resistentes, sus reacciones fisiológicas son insuficientes o tardías frente a la presencia de substancias tóxicas como el plomo.

Ese parámetro de medición toma en cuenta la exposición de crecidas costeras y fuertes riadas, calculando 570 millones en peligro y 400 adicionales padecerán por las inclemencias de ciclones, mientras 920 millones sufrirán de escasez de agua y males transmitidos por vectores, con mayor intensidad en las regiones tropicales, empeorando el escenario negativo cuando esos factores se superponen, sin considerar su exacerbación por las guerras.

El índice agrupa a las naciones de acuerdo con el nivel de gravedad, clasificándolas como extremadamente alta, mediana alta, mediana baja y baja. Ecuador ha sido ubicado como de mediano alto, ocupando el sitial n.º 62, compartido con Colombia, de un total de 200. La tremenda vulnerabilidad climática que caracteriza al medio actual obliga al Estado a asignar recursos e impulsar inversiones suficientes para preservar la convivencia feliz de los niños de la Tierra. (O)