Planteemos una analogía al día de hoy un poco irreal entre el mercado eléctrico y el mercado de las telecomunicaciones, puntualmente la telefonía celular. A mis 35 años, la primera experiencia que viví con un teléfono móvil fue hace unos aproximadamente 20 años. En aquella época, se tenía el servicio de llamadas y mensajes de texto SMS. Inclusive hubo una época en que una de las ventajas de los planes pospago era que tenían mensajes ilimitados. Luego con la aparición del internet y su uso en la telefonía nos ha permitido migrar a la opción de los planes pospago, y ahora podemos elegir entre llamadas, megas, mensajes y otras opciones. Inclusive los altos precios de los planes han ido en disminución, hasta que en la actualidad casi podemos escoger entre hablar o navegar. Estoy seguro de que si otras dos operadoras ingresasen al mercado de la telefonía en el Ecuador, y bajo un marco regulatorio adecuado nos dieran este servicio traerían nuevas promociones que obligarían en un principio a las operadoras existentes a mejorar sus precios y servicios para el cliente. Esto, bajo un esquema de competencia real y sin que exista la corrupción que en algunos casos entorpece el desempeño del mercado.

Esto es similar a lo que podría pasar con el mercado eléctrico del Ecuador, si es que en las diferentes etapas de la comercialización de la electricidad (generación, transporte y distribución) existiesen varias empresas que compitan en un mercado regulado por el ente estatal. Veamos el ejemplo de otros países: en España, una de las tantas empresas que venden electricidad ofrece dos tipos de planes de venta para los usuarios. Siendo el primero el que ellos denominan el de “máximo ahorro, pues se elige el llamado plan Fórmula Index, con el que ofrecen electricidad a coste de mercado”. El segundo plan es ofrecido bajo el eslogan de “Si quieres tranquilidad, y saber exactamente lo que vas a pagar, tenemos una fórmula fija con un precio muy competitivo para el kilovatio/hora. Así, no te afectarían las variaciones de precio que se producen a menudo en el mercado regulado”. Como esta empresa, las demás también plantean su precio y sus beneficios y, de esta manera, la competencia hace que los precios tiendan a la baja de cierta manera.

Ahora vemos que la primera analogía que se planteó en esta columna es irreal solo en el Ecuador, pues otros países iniciaron el proceso de liberación del sector eléctrico hace varios años, e inclusive están en la etapa de migrar la tecnología hacia el uso de fuentes renovables. Justamente esto es lo que el Gobierno nacional busca con la liberalización de la industria eléctrica del Ecuador con los decretos emitidos, permitir que el precio final de la energía sea más asequible para el usuario final sin que esta disminución sea una carga para el fisco. Por otro lado, se crearán industrias que permitirán crear plazas de trabajo, en donde se podrán insertar laboralmente nuevas personas, e inclusive las que poseen más experiencia y que laboran en la industria eléctrica actual. Este tipo de iniciativas han demostrado una alta eficiencia a nivel mundial. (O)