El año pasado por primera vez en mucho tiempo el sector público no financiero tuvo superávit. Esa es una medida del sector público que incluye al IESS, las empresas estatales y gobiernos locales. Es un hito en el cierre del hueco fiscal, proceso que inició Lenín Moreno con la firma de la carta de intención con el FMI en 2020. Todavía hay déficit presupuestario, y Guillermo Lasso está comprometido en tornarlo en superávit. No podemos seguir tomando crédito externo caro para pagar sueldos burocráticos.

Esta austeridad significa que el Gobierno absorbe fondos de la economía (¡cómo nos duele en el bolsillo el alza de impuestos!) para pagar acreedores, en lugar de invertirlos en el país. Además, incrementa la entrega de bonos a los más pobres, un loable objetivo social. Pero ni el subsidio social, ni el pago de deuda constituyen inversión. El Estado solo puede invertir mínimamente. Y sin inversión, no hay crecimiento. Por lo que para que el país salga adelante es indispensable atraer capitales privados.

Eso lo sabe el presidente, que dedica buena parte de su tiempo a vender la imagen de Ecuador como un buen destino para invertir. Por eso celebra eventos de inversión en el Ecuador, se reúne asiduamente con inversionistas potenciales, ha firmado cantidad de contratos de inversión, y estuvo la última semana en Davos.

Ecuador tiene un gran potencial para prosperar, pero su lastre es una clase política mezquina.

Pero falta ejecutividad. Los resultados de estos esfuerzos son hasta ahora escasos. El representante de Tagsa, la primera opcionada para construir y operar el aeropuerto de Daular, declaró para EL UNIVERSO (jueves 19) que la derogatoria parcial de la Ley de Alianzas Público-Privadas y la falta de reglamentación han tornado poco viable ese mecanismo. ¡Y las APP es la vía en que cuenta el Gobierno para captar inversión en obras públicas!

En energía, el ministerio y las empresas públicas han sido renuentes a abrirse a los capitales privados. Recién transcurrido año y medio de Gobierno comienzan a moverse las cosas, por lo que la inversión en este año será escasa. Se reabrió la licitación para reparar la refinería de Esmeraldas y construir una unidad de alta conversión, con una inversión estimada de $ 2.700 millones; solo hubo un oferente, el mismo con que el gobierno de Moreno dejó lista la contratación. Consta de KBR, reputada empresa de ingeniería de EE. UU., Hyundai de Corea y el banco Credit Suisse, entre otros. Todavía falta la negociación y la formalización del contrato. La primera etapa, que dura un año, es de estudios.

Se adjudicó la construcción de 511 MW de centrales eléctricas de energía renovable. Santos anuncia que se contratará una operadora para el campo ITT, ya que Petroecuador no logra mantener la producción, peor incrementarla.

Donde hay gran interés de invertir es en el sector minero, pero ya el Sr. Iza ha declarado la guerra a la minería formal. Ha estructurado una guardia armada, anuncia ataques a las empresas mineras, les advierte que perderán su dinero, y culpa al Gobierno de los muertos que habrá. La Asamblea, nuevamente, lo amnistiará de cualquier delito que cometa.

Se aprobó la ley Fintech, que facilita el financiamiento de emprendimientos tecnológicos. ¡Pero se prohíbe que la banca participe!

Ecuador tiene un gran potencial para prosperar, pero su lastre es una clase política mezquina. (O)