Cuando Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y barón de Montesquieu, concibió la división de poderes del Estado, apareció la solución a un sistema desgastado y ya no viable, que era la monarquía absolutista. Esta concepción del Estado, acompañada de la concomitante Revolución industrial y luego la de los transportes, abrió la oportunidad del mayor progreso que jamás se haya dado en la historia de la humanidad.

Los líderes de la Conaie compiten hoy con Montesquieu: han concebido una nueva forma de democracia, una sin división de funciones y que atenta contra la esencia misma del sistema democrático, que es el respeto a la voluntad de las mayorías.

En la democracia es fundamental el tener elecciones en las cuales el poder ejecutivo se encomienda a un ciudadano cada cierto número de años. El voto popular es la máxima expresión de la democracia. El presidente recibe un mandato para que, dentro de la constitución y la ley, ejecute aquello que prometió a los ciudadanos.

Pero los Montesquieus criollos han reinventado la democracia. Al diablo la mayoría; esa no importa. Al diablo la ley. Al diablo las instituciones. Con tácticas muy bien estudiadas, secuestran a esa mayoría para obligar al Gobierno de turno a ejecutar lo que ellos quieren que se ejecute y lo que ellos piden.

Esta barbarie ha producido ya en el Ecuador un daño irreparable, porque si se suman los eventos de octubre de 2019 más los de estos últimos días, el mensaje al mundo es clarísimo: el Ecuador no es una nación viable.

Pero lo más inaudito de todo es que las propuestas son científicamente programadas para destruir al país. Así, por ejemplo, piden ampliación del subsidio a los combustibles. Ese subsidio, a precios de hoy —y se lo ha dicho muchas veces a través de esta columna—, ha representado más de 80.000 millones de dólares desde que se lo comenzó a dar en los años 70. Es decir, una cantidad mayor que toda la deuda pública del Ecuador. Todo lo que el Ecuador ha tomado de deuda ha sido usado para subsidiar los combustibles. Si tanto beneficio ese subsidio significa a los indígenas, ¿por qué con semejante monto siguen siendo pobres y muchos otros ecuatorianos también? La respuesta es simple: porque ese subsidio no llega a los pobres.

Ahuyentan la inversión, en especial la extranjera, tanto por su actitud salvaje y terrorista como por su discurso. Promueven el debilitamiento del sistema financiero, sembrando la semilla del no pagar deudas. ¿Se sale con eso de la pobreza?

¿A quién beneficia un país en pobreza? Al narcotráfico. Mientras más pobreza y menos empleo haya, cosa que sucede con las políticas propuestas por la Conaie, más gente vulnerable cae en manos de los narcotraficantes para ser parte de la red de tráfico.

Por ello, la Conaie para quien más trabaja hoy es para el narcotráfico, porque, esté de acuerdo o no con él, cosa ya irrelevante, está haciendo lo que a ese narcotráfico le conviene. La destrucción de equipos e instalaciones policiales, el distraer a policías de su labor diaria es ventajoso para el narcotráfico.

La Constitución del Ecuador ya debería cambiar para establecer que los candidatos presidenciales deben primero consultarle a la Conaie qué es lo que se debe proponer en el país, y solamente luego de eso añadir sus propuestas propias.

Pocas veces se puede ver un grupo más radical y más cargado de odio que la Conaie. Las escenas que todos hemos observado, las cuales se suman a las de octubre del 2019, demuestran a los demás ecuatorianos que lamentablemente no seremos viables mientras ese grupo no sea desarmado al igual que lo fue ETA, que lo fue Sendero Luminoso, que lo fueron las FARC. No más eufemismos: son terroristas, han secuestrado a la mayoría del Ecuador, no les interesa el diálogo y, paladinamente, ante los ojos y oídos de los ecuatorianos, han hablado de tumbar al Gobierno, y son muchos los dirigentes que han expresado esto. Por supuesto, se cayeron varias caretas de quienes pretendieron a través de la Asamblea destituir al Gobierno legítimo. ¡Y cuánta evidencia hay de que ellos ejercieron el gobierno alineados con quienes a través del SSXXI promueven los narco-Estados! Felizmente, han quedado evidenciados y arrinconados como verdaderos golpistas.

Una cosa es el indigenado mayoritario, que no es responsable de muchas de estas cosas y al cual el país le debe bastante históricamente; otra cosa es una dirigencia ideologizada, mariateguista, con una agenda totalmente alejada de nuestra patria

Una cosa es el pueblo vasco; otra cosa, el ETA. Una cosa es el campesinado colombiano; otra, las FARC. Una cosa es la población rural de Ayacucho; otra, Sendero Luminoso. Una cosa es el pueblo libanés; otra, Hizbulah. Una cosa es el pueblo de los EE. UU.; otra, el Ku Klux Klan. Una cosa es Aum Shinrikyo; otra, el pueblo japonés. Una cosa es el Núcleo Revolucionario; otra, el pueblo griego.

El Ecuador tiene una sola posición que lo puede salvar: ¡BASTA! (O)