Cuando se piensa en el país del futuro, no el de la trifulca política, sino aquel que permita a los ecuatorianos derrotar la pobreza y lograr mayor equidad y oportunidades, se entiende que no son los discursos sino los recursos lo que se necesita para poder cumplir con esa meta tan ansiada de avanzar hacia el progreso.

Y los recursos que se necesitan son muchísimos. No podemos seguir con el magro crecimiento que hemos venido teniendo, y lo que más necesitamos para crecer más es generar la mayor cantidad de divisas.

Pensemos en el camarón. Un éxito incomparable, una historia maravillosa de emprendimiento y de pujanza de empresarios ecuatorianos. Ha tomado 50 años llegar a donde estamos.

Por ello, dentro del abanico de posibilidades, no existe algo que en pocos años pueda darnos muchas divisas y que sea tan controlable como la explotación minera de gran escala. El potencial del Ecuador en este campo es sencillamente gigantesco. Hoy el Perú, a pesar del caos político, muestra cifras de crecimiento aceptables, y es precisamente por ese sector minero. Creer que esa misma cordillera andina que atraviesa al Perú y Chile fue generosa con ellos y no con el Ecuador es ilusorio. Sabemos hoy que existen muchos proyectos con reservas probadas, y otros con probables, que son económicamente viables. De esa explotación minera va a depender, a su vez, la viabilidad económica del país.

Solamente la combinación de un esfuerzo gigante para aumentar la explotación y producción petrolera, y una gran expansión del sector minero, nos dará los recursos para resolver los grandes problemas económicos del Ecuador. Y es con esos recursos que se deben hacer las grandes reformas estructurales que nos lleven a esa economía libre que se produzca el círculo virtuoso de la mayor producción, mayor ahorro, mayor inversión, y que esto cada año se repita, para que veamos la luz que la discusión política no nos permite hoy ver.

¿De dónde saldrán, por ejemplo, recursos para solventar la capitalización de la Seguridad Social, y luego la gran reforma que implica eliminar el absurdo aporte del 40 % de las pensiones que debe pagar el Estado? Precisamente de una inyección de gran cuantía, que puede venir de la minería y de la mayor producción petrolera.

¿De dónde se sacarán recursos para modernizar la administración del Estado, para usar sistemas de última tecnología y para eliminar el personal superfluo?

¿De dónde saldrán los recursos para el equipamiento de una Policía y Fuerzas Armadas modernas?

La lista es interminable. Mientras más tardemos en darle a la minería el rol que en este país debió haber jugado hace mucho tiempo, más lejana estará la posibilidad de ser una sociedad económicamente viable.

Ojalá el ministro entrante lo entienda, y promueva el acuerdo nacional sobre el tema, haciendo entender que es a la gran minería a la cual se la puede controlar para que no haya un daño ecológico, y que es la pequeña minería, auspiciada muchas veces por políticos que gritan contra la grande acusándola de dañina, la que realmente no tiene control y que, por ende, es la que destruye el ambiente. (O)