Viernes en la mañana. En espera del inicio del partido con los Países Bajos, reflexiono cómo la globalización ha cambiado al fútbol tanto como a la economía.

Solían haber dos mundos futbolísticos contrastantes: el europeo, metódico, ordenado; el sudamericano, de chispa, improvisación. Las copas del mundo se turnaban entre los dos continentes, y en Europa ganaba un europeo, en Sudamérica un sudamericano. El resto del mundo asistía solo de relleno. Eran contados los jugadores sudamericanos que jugaban en clubes europeos. Pelé siempre jugó en el Santos, nunca migró a Europa. Jugó sus últimos años en EE. UU. en su afán de hacer crecer la afición estadounidense. Maradona jugó la segunda etapa de su carrera en el Nápoles.

Con la globalización, cada vez más sudamericanos van a Europa, y ya no solo los consagrados sino hasta juveniles que hacen toda su carrera en Europa. Ya no puede decirse que pertenecen a una escuela sudamericana de fútbol. De la selección brasileña en Qatar, el 85 % juega en clubes europeos, y de la Argentina 92 %.

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La globalización llegó al Ecuador, aunque con menos brío. El 35 % de la plantilla de la Tri juega en Europa. Este contacto contribuye al desarrollo de nuestros futbolistas y explica parcialmente que hoy sea habitual que Ecuador califique a un mundial, lo que nunca se dio en el siglo XX.

Los no tocados aún por la globalización son las dos naciones gigantes: China e India...

En el siglo XX el fútbol ecuatoriano y costarricense eran parejos. Hoy hay una notable diferencia, por la globalización. Solo 12 % de la plantilla tica juega en Europa, el menor porcentaje de los países en Qatar salvo los dos países petroleros de la península arábiga, que pagan sueldos astronómicos. Costa Rica calificó por estar en la Concacaf, zona muy débil, y sufrió la derrota más escandalosa de lo que va del mundial.

La globalización también llegó al África occidental. Los clubes europeos contratan jugadores adolescentes y se los llevan a preparar en Europa. Los equipos africanos en Qatar son todos del occidente africano, y ahora son más numerosos que los equipos sudamericanos en la Copa del Mundo. El 96 % de los jugadores de Senegal, nuestro próximo rival, juega para clubes europeos.

Algunos de esos jóvenes africanos se nacionalizan en Europa. El único gol con que Suiza venció a Camerún lo metió un camerunés de nacimiento nacionalizado suizo.

La globalización alentó la migración. Las selecciones europeas están cargadas de jugadores de proveniencia africana. Y a su vez las selecciones africanas de jugadores de nacionalidad europea descendientes de migrantes africanos. Lo que en pequeña escala también se da en Ecuador. Contra Qatar jugó Jonathan Sarmiento, nacido en Madrid, juega en Inglaterra y tiene nacionalidades ecuatoriana y británica. Dudo que alguna vez haya jugado para un club ecuatoriano.

La gran mayoría de jugadores del Mundial juegan en Europa. Las escuelas de fútbol europea y sudamericana se han integrado bajo la globalización, preponderando la europea.

Los no tocados aún por la globalización son las dos naciones gigantes: China e India, que en conjunto tienen el 36 % de la población mundial, descuellan en el mundo del fútbol, a pesar de ser el segundo deporte en popularidad en China y el tercero en India. Su incorporación como potencias futbolísticas es la última tarea pendiente de la globalización. (O)