El diálogo, la tolerancia, el pluralismo, el respeto, la aceptación son palabras casi inexistentes en la práctica política ecuatoriana, aunque en el vocabulario de nuestros representantes a veces se las escucha pronunciar con mucha facilidad. La forma de afrontar los diferentes problemas y desafíos que tiene el Ecuador y que cada vez son más complejos ha sido con la confrontación, la demanda, la imposición, la intransigencia, pensando solo en los grupos específicos a los que dicen representar.

La clase política, a lo largo de muchos años, únicamente se ha preparado para ganar elecciones. Es más, y así se lo ha dicho infinidad de veces, los partidos o movimientos políticos únicamente parecen resurgir con cada elección, es decir, cada dos años detrás del nombre que hayan escogido para terciar en las diferentes contiendas, sean locales o nacionales.

Pero el ejercicio del poder exige mucho más. Entre elección y elección hay algo que se llama gobierno, ejercicio del poder, espacio para cumplir esas promesas que resultan huecas cuando las crisis devoran a la institucionalidad y a la democracia. Y sobre eso no solo hay que diagnosticar, hay que buscar la manera en que la comunicación, que es vital para la política, sea útil, propositiva, práctica y un puntal para un país. La propaganda vacía, aquella que no tiene hechos políticos y que se sostiene en tanta declaración (o la política de los dimes y diretes), no puede continuar llenando el espacio del debate público.

Sí, la política es de hechos, de muchas acciones, de cumplimiento de ofertas y la comunicación se debe alimentar desde ahí para informar o dar a conocer una gestión de gobierno, de alcaldía, de cualquier funcionario.

Las razones para hacer hincapié en este punto son porque se deben hacer esfuerzos en distintas direcciones para que la calidad de la democracia mejore. Si los ciudadanos no colaboran en mejorar el debate, si influenciadores solo están interesados en el número de seguidores para asegurarse ingresos, si la prensa se queda en la política de la declaración, si los usuarios de redes únicamente se interesan en profundizar las divisiones y mantenerse en sus burbujas, las crisis serán continuas y más duras.

De ahí que buena parte de la responsabilidad debe ir a los otros protagonistas del espectro de opinión pública como son los políticos y los comunicadores, que deben asumir compromisos y uno de ellos es prepararse en el campo de la comunicación política, pero haciendo especial énfasis en la gobernanza. Sí, la política es de hechos, de muchas acciones, de cumplimiento de ofertas y la comunicación se debe alimentar desde ahí para informar o dar a conocer una gestión de gobierno, de alcaldía, de cualquier funcionario.

Hoy, que los potenciales candidatos empiezan a aparecer en recorridos, en redes sociales, en espacios informativos, no deben perder de vista esto. De hecho, los ciudadanos deberíamos fijarnos en eso, para no repetir la elección de cuadros poco preparados y casi nada interesados en lo que realmente le ocurre al país. Y resulta más alarmante cuando en un tiempo más habrá que ampliar el número de representantes a la Asamblea Nacional, dado el crecimiento poblacional existente.

Quienes están en la política deben, en suma, dejar de prepararse solo para venderse y ganar elecciones, es hora de que se preparen para gobernar y comunicar al respecto. (O)