Conocer cómo funcionaba la mafia italiana fue esencial para poder enfrentarla. Fue en 1965, durante lo que sería el primer proceso penal instaurado contra ella, cuando se comenzó a conocer algo de su estructura. Un informante había revelado la presencia de la Commissione (Comisión) formada por 15 individuos de varias ciudades (seis por Palermo y el resto de otras partes), cada uno de los cuales representaba a un grupo o a una familia mafiosa. Por años, sin embargo, esta información no recibió mucha atención. No fue sino hasta el segundo gran proceso contra la mafia instaurado en 1986, y en el que las revelaciones de un arrepentido fueron claves, que la relevancia de la Commissione fue valorada. El juez Giovanni Falcone, que lideró la investigación en esta ocasión, pudo determinar a la Cosa Nostra como una organización bien estructurada que funcionaba disciplinadamente bajo el mando de la Commissione. Sobre esta base Falcone construyó un caso acusando a los líderes de la mafia, que generalmente no hacían el trabajo sucio, como los responsables de los crímenes de sus peones. Ese enfoque facilitó el desmantelamiento de la mafia siciliana. El caso provocó una conmoción política. Años más tarde Falcone, su esposa y dos guardaespaldas morirían asesinados por el estallido de mil kilogramos de explosivos colocados bajo la autopista por donde viajaban.

En nuestro país ya no caben dudas de que se ha instalado una organización criminal mafiosa.

En nuestro país ya no caben dudas de que se ha instalado una organización criminal mafiosa. A diferencia de la Cosa Nostra, la nuestra es una organización impulsada por dos fuerzas de enorme poder: el narcotráfico, por un lado, y el correísmo, por el otro. Pero en el resto es muy similar a la mafia siciliana: operan como una estructura de corrupción, pero gozan a su vez de legitimidad política; siembran el terror, pero también ofrece protección; como todos los gánsteres, muchos de sus miembros son populares, pero les repugna la democracia. Las evidencias que dan cuenta de la existencia y funcionamiento de esta organización delictiva, de esta suerte de consorcio narcocorreísta, vienen saliendo a la luz pública desde hace un tiempo. No se requiere de mucho para armar sus piezas, para entender cómo se amalgamaron y cómo funcionan, cómo se encontraron y cómo han crecido juntas. Desde el desmantelamiento de la Base de Manta, el permiso para que las FARC usen nuestro territorio y la legalización de la tabla de porte de drogas, hasta la reciente declaración del presidente de la Asamblea en el sentido de que el asambleísta que se regodeaba en compañía de delincuentes empozados en una piscina de Miami no será molestado para nada, a lo largo de toda esta cadena de eventos, hay un hilo conductor. Un hilo que confirman que fuimos gobernados por más de una década por una estructura criminal, una organización que hoy hace demostración de su gran poder gansteril, que tiene como aliados a una serie de políticos sapos, bailarines y miedosos, que están agazapados en las cornisas de la Constitución esperando las sobras que les eche el narcocorreísmo una vez que capte el Estado de nuevo. Ese es el monstruo que tenemos que enfrentar los ecuatorianos. No contentos con haber destruido a toda una generación de jóvenes con la seducción de las drogas, la corrupción y la violencia, ahora pretenden tumbar a un gobierno elegido legítimamente. (O)