La relación de las organizaciones del movimiento indígena es clara. ¿Por qué esta relación con la izquierda y no con otras líneas políticas? Existen varios caminos para responder; sin embargo, algo que hay que reconocer a las organizaciones y partidos de izquierda es que desde muy temprano y hasta hoy en día tienen voluntad de llegar a las comunidades para realizar trabajo ideológico. De la misma manera han tenido una preocupación por realizar reflexiones teóricas que den respuesta a las necesidades y deseos de ciertos sectores de la población indígena, las cuales han terminado por orientar su acción colectiva. No así otras tendencias del espectro político. A principios del siglo XX José Carlos Mariátegui señalaba que el problema del indio era la tierra, y afirmaba la existencia de un pasado comunista de estilo andino. Ambas ideas seguirán guiando la acción de movimientos indígenas por América, a pesar de que la segunda tesis haya sido refutada por historiadores, antropólogos y arqueólogos. Mientras que posiciones liberales o cercanas a sus postulados vieron en el indígena, especialmente en su cultura, una excusa para explicar el “subdesarrollo” y no caer en cuenta en los límites de las reformas políticas institucionales que llevaron a cabo las élites “criollo-liberales”.

El liberalismo contemporáneo trata los temas propuestos por el movimiento indígena y trata de incluir algunas de sus demandas desde sus postulados. Uno de sus presupuestos es la defensa de la propiedad privada y el poner límites a las acciones del Estado cuando estas afectan directamente a la población e individuos. Sin embargo, no existe una posición liberal respecto de la expansión del Estado sobre propiedad de pueblos indígenas con fines extractivos. Quizás la limitante sea el carácter de propiedad colectiva, sin embargo, en cuanto a su relación con el Estado debería ser considerada como privada. Por otro lado, es necesario analizar la dinámica de las tierras comunales respecto de las individuales; en ciertos territorios indígenas la primera es ya inexistente. Luego es necesario ilustrar con casos locales las diferencias y limitantes que impone un régimen de propiedad colectiva. Otro postulado fundamental es el respeto a los proyectos de vida individuales de parte del Estado. Esto sin duda incluye a la cultura, sobre la cual existe una preocupación en la población indígena. No existe una reflexión ni posición del liberalismo frente a estos temas, y en su silencio ha cedido espacio a posiciones estatistas y ha reforzado el carácter colectivista del movimiento indígena.

El mensaje tan reduccionista del liberalismo en nuestros países: un Estado más pequeño, libre comercio, o menos impuestos, en la mayor parte de las comunidades indígenas no tendría sentido alguno. A la vez, estos mensajes simplificados no se han logrado posicionar en capas medias indígenas dedicadas al comercio o mercado financiero, u otras. Del otro lado, los académicos indígenas debemos superar un sesgo ideológico intelectual que demanda de una apertura hacia otros campos teóricos y mayor investigación sobre algunas de las premisas que sostiene al movimiento indígena. (O)