El informe presidencial de labores mereció comentarios tanto positivos como negativos. Entre estos últimos destaca que aparte de domeñar la crisis fiscal y la contundente victoria sobre el COVID, lo demás fueron promesas. Que el informe no es tanto de lo realizado como de lo que se va a hacer.

Es cierto que el grueso de los compromisos del gobierno está pendiente. También que somos muchos los impacientes por ver resultados. Todavía faltan medicinas en los hospitales públicos, al año de gestión aún no aumenta la producción petrolera, la gran obra vial del sur del país, conocida como quinto puente, no arranca, no se retoma el proceso de concesión de la refinería suspendido un año atrás.

Las metas anunciadas son para todo el período presidencial, y este gobierno no es populista.

A los nuevos gobiernos les toma tiempo sentarse en el potro, y esta administración no guarda ninguna continuidad con la precedente. Para este segundo año habría cambios en algunos puestos claves y entrarían a ocuparlos cuadros de CREO y de Ecuador Libre, ya con un año de experiencia en la cosa pública. Es de esperar mayor efectividad. Incluso a Rafael Correa, que se caracterizó por muchas iniciativas (no necesariamente felices) y gran efectividad, le tomó todo su primer año aprender a manejar la administración pública.

Las metas anunciadas son para todo el período presidencial, y este gobierno no es populista. Busca soluciones para problemas complejos, y no contentarnos con pan y circo, dejando los problemas de fondo sin atender. Los pacientes de la salud pública se quejan de que no hay medicinas, y es que el gobierno está más preocupado que por una satisfacción inmediata, por dejar montado el mecanismo mediante el cual el paciente pueda retirar los fármacos gratis en las farmacias privadas, con lo que se evita el problema crónico de la pésima política de compras públicas.

En el caso de la refinería, se entiende que el gobierno afina una normativa que prevenga posibles reclamos de parte y parte, para que la relación entre Estado y contratista proceda sin fricciones durante la duración del contrato.

En lo fiscal, es comprensible que los contribuyentes, empresas y profesionales, los más afectados por la fuertísima alza de impuestos, sientan que le han metido la mano al bolsillo y no hay obras en que se vea la plata. Y en efecto no hay: el dinero fue a cubrir gastos ya existentes y reducir la necesidad de más deuda. Pero la reforma tributaria y la buena fortuna del alza del petróleo auguran un mejor segundo semestre 2022 y 2023. Gran parte de los nuevos ingresos presupuestarios irán a seguir reduciendo las necesidades de endeudamiento. Pero estas incluyen deudas con contratistas, por lo que reducir los atrasos es dinero que entra en la economía. Los gobiernos locales también recibirán más fondos, que los gastarán, y Petroecuador tendrá dinero para pagar contratistas e invertir, con lo que se torna viable el aumento de la producción petrolera y con eso más ingresos futuros para el fisco y partícipes.

Desde el punto de vista electoral, lo más importante es cómo la ciudadanía juzga al gobierno para cuando haya elecciones. No las locales, ya que a alcaldes y prefectos poco les importa la política, sino que les den su plata y haya obras. Son las generales, las que habrá en 2025, las que cuentan. Si Lasso cumple con lo que prometió el 24, muy bien podría ser reelecto. (O)