La asociación de análisis climático de mayor respetabilidad, Climate Action Tracker, CAT, aseveró en la cumbre recientemente concluida, apoyada en una amplia documentación, que el planeta se encamina a un lamentable aumento promedio de temperatura de 2,4 grados centígrados sobre los niveles referenciales previos a la industrialización, lo cual conduciría sin remedio al derretimiento de las nieves polares, alzas de los niveles del mar inundando a algunas ciudades costeras, incluida Guayaquil, desaparición de islas, sequías espantosas y extendidas y huracanes de gran potencia, que tornaría más complicada la existencia vital en la Tierra.

De acuerdo a la evaluación realizada en la cumbre de Glasgow, todos los países firmantes del Acuerdo de París no honraron sus ofertas, mientras las nuevas promesas, de llegar a materializarse, apenas lograrían desacelerar el incremento a solo 2,1 grados, muy distante de las pretensiones de 1,5 hasta fines del presente siglo, que se lograría en el supuesto que se concreten esfuerzos siete veces mayor de lo realizado. Los gigantes emisores como Estados Unidos y la Unión Europea, que ocupan el segundo y tercer lugar, tienen programas calificados de relativos, que apuntan dudosamente a marcar cero emisiones netas hasta el 2050, en tanto no se conocieron durante el evento los planes de la República Popular China, catalogada como el principal contaminador con gases de efecto invernadero, además de no haber demostrado cómo aspira llegar a esa feliz meta.

Dada la imposibilidad de hacer verificaciones, siendo incierto el inmediato futuro, serán muy pocos los que registren nulidad de carbono hasta el 2030 como se había comprometido, como lo ha señalado el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. De las naciones latinoamericanas, la que escapa a las críticas es Costa Rica que ha llevado a cabo un exitoso programa, no así las demás que quedan debiendo de lo ofrecido en París 2015, Colombia va en camino de seguir de cerca ese ejemplo, en tanto que Ecuador dio un paso firme al desarrollar el presidente Lasso la propuesta de ampliación de la zona protegida en las aguas biodiversas de Galápagos y su decisión de canjear deuda con recursos para su sostenibilidad.

El más observado fue Brasil por el avance incontenible de la deforestación, tanto que el proyecto de monitoreo por satélite registró 13.235 kilómetros cuadrados como reducción de la cobertura boscosa, el 21,97 % respecto del periodo anterior, tres veces lo ocurrido hace diez años, opinándose que el mayor complejo forestal del mundo se acerca a toda marcha a un hito de no regreso, en que las áreas arbóreas terminarán como sabanas secas, irrogando gran daño a la humanidad en su conjunto. Sin embargo, 130 países acordaron cesar y revertir la conflagración arbórea antes de 2030, incluyendo una promesa de financiación de más de 20 mil millones de dólares entre 2021 y 2025 para fundaciones filantrópicas.

No participamos del escepticismo que rodea el final del último convite climático, tildado de fracaso, y mantenemos la confianza que es posible detener la extinción del planeta, si lo asumimos como una tarea de todos. (O)