Luego de los agónicos días vividos durante el paro nacional que puso en vilo al Ecuador, de a poco vamos volviendo a la normalidad, que ya no será la misma, dada la configuración de fuerzas políticas, consolidación de liderazgos y una que otra máscara caída.

...hay un descontento social acumulado y generalizado, que le corresponde atender a este gobierno de forma urgente.

Mientras las mesas de diálogo avanzan en sus agendas, y los poderes del Estado retoman sus actividades, al tiempo que el ambiente electoral va subiendo de tono, a medida que se acerca la fecha de inscripción de candidaturas, el Gobierno está terminando de barrer el piso, recoger los platos rotos, pintar las paredes y encender las luces y los motores.

Tuve la oportunidad de conversar con el presidente Lasso algunas veces durante la campaña electoral y puedo dar testimonio de que estaba convencido de la urgencia y viabilidad de muchas de sus ofertas de campaña.

De allí que me llamó mucho la atención que durante el primer año de gobierno no hayan avanzado algunos proyectos urgentes.

Siempre he sostenido que dentro de su equipo hubo gente infiltrada, con el objetivo de boicotear su gestión, y por qué no de empujarlo a una crisis como la que vivimos hace unas pocas semanas o de empujarlo a una muerte cruzada que no solucionaba nada.

De allí que ha sido un gran acierto cambiar a sus ministros de Gobierno, Finanzas y Salud, por mencionar a los más neurálgicos.

Y los cambios están a la vista.

En el caso de Francisco Jiménez, en una columna anterior comentamos su importancia en alcanzar el cese del conflicto que vivimos, y ahora en sacar adelante una agenda de diálogo con los movimientos sociales.

En cuanto al nuevo ministro de Economía, su anuncio del denominado plan ABC, enfocado fundamentalmente en drenar los recursos públicos hacia la obra social, obra pública y cumplir deudas con organismos seccionales, lo cual sin duda dinamizará la economía, al menos en papeles, representa un giro de 180 grados a la política de su antecesor, enfrascado en seguir las órdenes del FMI, pagar deuda externa y no pagarle a nadie más.

Por el lado de la educación, la eliminación del examen de ingreso a las universidades es otra muy buena noticia. A ella se suma el inicio de la fase de prueba del plan de externalización de las farmacias, con cuatro cadenas de farmacias inicialmente, que se espera alivien un poco la escasez de medicinas en los hospitales públicos.

En resumen, a muy pocos días del fin del paro nacional que estuvo a punto de llevarse al Gobierno nacional por delante, es evidente el golpe de timón que desde la Presidencia se ha dado.

Desde esta columna vemos con muy buenos ojos que ello ocurra, pues es evidente que detrás de las protestas de junio, más allá de los excesos que se produjeron (que de ninguna manera pueden justificarse) y de la aparente intervención de actores externos con intereses oscuros, hay un descontento social acumulado y generalizado, que le corresponde atender a este Gobierno de forma urgente.

Al fin y al cabo, para eso fue elegido. (O)