Son las de Ortega y Maduro. El de Nicaragua fue más expedito: simplemente encarceló a todo aquel que se presentara en contra de su candidatura presidencial y de la vicepresidencial de su mujer. Seguidamente, su país abandonó la OEA.

En las elecciones seccionales en Venezuela, el partido de Gobierno acaba de obtener casi todas las gobernaciones, con la excepción de tres, pero no satisfecho con ello, su tribunal electoral de bolsillo acaba de desconocer el triunfo del candidato opositor en el estado de Barinas: no podían aceptar la derrota en la cuna de los Chávez, donde han sido gobernadores el papá y los hermanos del fundador de la dinastía. Ya descalificaron al ganador, el opositor Superlano, y lo mismo hicieron con su mujer que iba a reemplazarlo; la oposición está intentando alguna otra candidatura. El Gobierno lanza la candidatura del canciller de Maduro, yerno de Chávez, Jorge Arreaza. En general, la oposición fracasó no solo porque las reglas las impone el oficialismo, sino porque se presentó dividida, no pudo acordar candidatos de consenso. El líder opositor Leopoldo López, que se entregó heroicamente ante los tribunales de Maduro, mientras su mujer continuaba en la lucha, y que luego logró escapar, dice que “la división es la principal estrategia de Maduro”, pero “aseguró que todavía existe un sector democrático que está resistiendo a la dictadura”. Sin embargo, la oposición va perdiendo la fe interna y la de muchos países de América y de Europa, que reconocieron al gobierno interino elegido por el anterior Congreso, de Juan Guaidó. Este acaba de recibir el más duro golpe, la renuncia de Julio Borges a continuar de canciller en el gobierno interino; y no solo eso, Borges va a plantear en la Asamblea la desintegración del Gobierno interino porque se ha burocratizado –tiene como 1.600 funcionarios–; pide que los fondos que están a disposición del gobierno de Guaidó –porque consiguieron internacionalmente que se les reconozca que muchas propiedades, valores de Venezuela, en el exterior, principalmente en Estados Unidos– sean manejados por un fideicomiso, que responda por su correcta administración. Esta discordia interna debilita más a la oposición y fortifica a Maduro, y probablemente aún más porque su adversario directo, su vecino, Iván Duque, presidente de Colombia, luce muy debilitado; y podría ganar la presidencia Petro, aliado del chavismo, que en las encuestas más que dobla a su inmediato contendor. Como hemos dicho anteriormente, el Gobierno ecuatoriano debe cooperar con el de Colombia, pero con una prudente distancia. Sí, prudencia y distancia. El cuadro en el vecindario se ve muy inestable e inclinado a la izquierda. En el Perú, en apenas cinco años, hubo cuatro acciones de vacancia presidencial, y están intentando la quinta justamente en estos días contra Pedro Castillo, a cuya posesión asistió el presidente ecuatoriano, e hizo bien, demostrando su voluntad de cooperación con el vecino, a pesar de su distancia ideológica. El escenario puede ser similar con Chile, donde muy probablemente triunfe Boric, candidato de la izquierda, donde el Congreso está dividido, y la Asamblea Constituyente, por su composición, se supone expedirá una Constitución de izquierda. (O)