Se acercan las elecciones seccionales y el ambiente electoral se caldea. Las dos ciudades más grandes del país se enrumban por destinos diferentes. Mientras que en Guayaquil aparece una tendencia fuerte hacia la continuidad, Quito aún se debate en la incertidumbre.

He mencionado en varias ocasiones lo complejo que es la administración de la capital. La administración actual peleó tanto por asumir la dirección del cabildo; y sin embargo, se quedó ahí, sin un plan que vaya más allá de la administración rutinaria. No hay planes, ni proyectos; solo existe una administración confusa, compleja y conflictiva. El servicio al cliente en las instituciones del Distrito Metropolitano de Quito no existe. La ciudad se estanca; y el actual alcalde no está interesado en siquiera intentar remediarlo.

El Metro de Quito iniciará operaciones este 21 de diciembre de 2022

Fiestas de Quito 2022: Fechas y horario del Desfile de saludo a Quito

De paso, las proyecciones electorales sugieren que el futuro de la capital se debate entre el retorno a la administración anterior y el regreso del correísmo. La primera alternativa es producto de la ausencia de liderazgo local; y la segunda se debe a que –nos guste o no– el correísmo es la única organización que se mantiene con cierta estructura en la lid política. En contraparte, la derecha se encuentra fragmentada y desconectada de la realidad metropolitana.

“El optimista afirma que vivimos en el mejor de los mundos posibles; el pesimista teme que eso sea verdad”.

Por otra parte, Guayaquil le apuesta a la continuidad de la actual alcaldesa. Esta tendencia debe más a la difusión de su imagen pública que a su gestión en el municipio. Pesa más en las masas la figura de una persona con tatuajes, que hace kickboxing y que vuelve realidad su sueño de un matrimonio inolvidable, que lo hecho por su administración. La única gestión destacable por su parte es la construcción de la nueva planta de tratamiento de aguas servidas. Por lo demás, no hay norte que direccione el crecimiento poblacional y morfológico de la urbe. El Plan de Uso y Gestión de Suelo de Guayaquil es un documento abundante en páginas, pero carente de estrategias. El director de la DUOT debe demostrar las razones por las que está en dicho cargo, que haga planes para el futuro del puerto principal; y no solo administración y burocracia.

Ambas ciudades enfrentan problemas que no pueden ser ignorados. Quito comienza a tener un incremento en su crecimiento informal. Calderón es la parroquia de mayor crecimiento poblacional del país. Si esta situación no se maneja a tiempo, la capital podría heredar los problemas de tráfico de tierras y asentamientos no planificados que Guayaquil tuvo el siglo pasado. En contraparte, el puerto principal vive una ola de violencia, causada en gran parte por la desatención a esas áreas periféricas que no daban muchas opciones honradas para prosperar.

Todo indica que los principales eventos urbanos del Ecuador enfrentan tiempos de estancamiento, en el más optimista de los escenarios. Seguramente, muchos me dirán que ambas ciudades están en su mejor momento, que mis cuestionamientos carecen de fundamento. Vale entonces recordar la frase de James Branch Cabell: “El optimista afirma que vivimos en el mejor de los mundos posibles; el pesimista teme que eso sea verdad”. (O)