Un usuario de Twitter, Ciencia y más publicó el 31 de diciembre la imagen de nuevos microtúbulos, los filamentos huecos que actúan como el esqueleto de soporte de la célula, ramificándose durante la división celular, una verdadera explosión de fuegos artificiales. Luces en movimiento en estallidos de vida que buscan y crean vida. Si es así, nuestro cuerpo es una fiesta. Me quedé embelesada contemplando ese paisaje. ¿Eso sucede en nuestro interior?

Luego vi la imagen lograda por un telescopio de un filamento gigante desprendiéndose del sol, y me sobrecogió la similitud con nuestro universo interno. Un dron tomó imágenes del volcán Cumbre Vieja de La Palma, que comienza a dormirse. En su interior, una olla de fuego va siendo tapada poco a poco.

Me pregunto: ¿somos fuego?

Eduardo Galeano escribía que un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo y a la vuelta contó: Dijo que había contemplado, desde allá arriba, /la vida humana. /Y dijo que somos un mar de fueguitos. /–El mundo es eso– reveló. / Un montón de gente, un mar de fueguitos.

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás…

Por otro lado, otra noticia nos informa que han descubierto un nuevo músculo en la cara, responsable de algunos movimientos de la mandíbula, y me pregunto, qué tan cercano y tan lejano es este cuerpo nuestro que no acabamos de conocer, que lleva en sí todo el fuego del universo, la fuerza del big-bang inicial, las posibilidades enormes de un universo en expansión, este cuerpo nuestro que es la vida pensándose, amándose, creándose, teniendo conciencia de sí misma. Este cuerpo que somos y que ignoramos, este cuerpo que se relaciona y se conecta, este cuerpo, estos cuerpos que también matamos, torturamos, sometemos a la desnutrición y el hambre en millones de niños en nuestro país, o encerramos en cárceles, convertidas en bodegas humanas. Cuerpos que en las mujeres muchos usan, abusan, violan y atacan, cuerpos que dan vida, son parte de la vida, que despreciamos y maltratamos.

Qué pasaría si liberamos el fuego que nos habita, que purifica y da luz, que calienta e ilumina, si emprendemos con pasión contagiosa hacer de este mundo un lugar mejor para todos y cada uno, allí donde estamos. El fuego que arde en nosotros y nos mantiene vivos antes de que nos convirtamos en ceniza, ojalá consumidos, desde dentro por el amor que nos enciende, por el amor que somos cuando tenemos la osadía de sumergirnos en nosotros mismos, como en el cráter del volcán, y descubrimos que no es un fuego sino muchos fuegos, que están relacionados y que juntos generan la energía que mueve el mundo, el amor que relaciona todo, admira todo, y hace nuevas todas las cosas. Muchos han quemado monigotes este fin de año, hago votos porque desde nuestro fuego interior generador de vida quememos nuestras contradicciones, las inequidades, la violencia, los miedos y reconozcamos nuestra vulnerabilidad. Todos necesitamos ayuda para nacer, vivir, morir. Lo que nos une es más fuerte que lo que nos separa.

Quizás ese sea el camino, en medio de la admiración a los superhéroes: reconocer nuestra fragilidad, donde anida nuestra grandeza, y desde allí, acompañarnos para construir realidades de justicia y paz. (O)