Decía Eduardo Galeano: “Nosotros, los humanitos, los exterminadores de todo, los cazadores del prójimo, los únicos que devoran su casa, que envenenan el agua que les da de beber…, capaces de alquilarse o venderse y de alquilar o vender a sus semejantes…, que torturan, violan…”. Males que perduran.

Ahí está Siria, con un conflicto por el poder desde hace casi 12 años, donde todas las partes han cometido atroces violaciones a los derechos humanos, donde, como, siempre, meten sus narices las potencias mundiales, que ha significado la muerte y desaparición de más de 500.000 personas, que no son los que ordenan la guerra. Tiene 40.000 niños extranjeros prisioneros. Más de la mitad de su población desplazada, con 6 de 10 habitantes en pobreza extrema.

Está la República Democrática del Congo, donde 1 de 3 habitantes padece de hambre aguda, a pesar de ser un país rico en recursos naturales. Los intereses económicos, los conflictos de grupos armados, según la FAO y el PMA, son las causas principales de la tragedia. 5 millones de desplazados en menos de dos décadas.

Yemen es otro país en el cual los intereses de las potencias foráneas entran en juego y, con los rebeldes, lo llenan de muerte y destrucción en una guerra despiadada. Cada 9 minutos muere un niño yemení menor de 5 años por enfermedades y falta de alimentos. Cerca del 80 % de sus habitantes depende de la ayuda humanitaria.

Afganistán, una nación con un conflicto de 20 años, en el que también los poderosos se inmiscuyeron. Más de la mitad de sus pobladores sufre de escasez de alimentos. Las familias venden a las hijas menores de edad; millones migrarán o morirán en el invierno, dice el PMA. La ayuda humanitaria se ha restringido por la llegada de los talibanes al poder.

Al 2020, el 10,4 % de la población planetaria vivía con un consumo insuficiente de alimentos. ¿Y en Ecuador? El 32,2 % de sus habitantes son igual de pobres que el 2010. Las estadísticas oficiales así lo consideran porque sobreviven con menos de $ 84,7 al mes, aunque en realidad no se puede sobrevivir con mucho más, ya que el costo de la canasta básica para una familia de 4 miembros en la que 1,6 de ellos gana $ 400 mensuales, es de $ 746,67. Hay padres que deben sortear cuál de sus hijos come en un día. El 2020 el 48 % de las personas perdió el trabajo y al 39,84 % de las personas se les redujeron los ingresos. En el mundo, mientras existen 120 millones más de pobres extremos, la fortuna de los multimillonarios pasó de 8 a 13 billones de dólares.

¿Llenarse de esperanza, infundirla ante ese sombrío panorama, cuando mueren seres humanos, no cucarachas, que se suman a las 5′300.000 víctimas del COVID-19, donde tantos semejantes padecen hambre y miseria, en medio de la opulencia indolente de algunos? Sí, porque muchos corazones reman en la dirección contraria y porque, como sigue diciendo Galeano, los humanitos son los únicos que sueñan despiertos, que convierten la basura en hermosura, que descubren colores que el arco iris no conoce. (O)