Comienzan a configurarse dos posiciones contrapuestas respecto a la subsistencia de las actividades agropecuarias, conformadas por dos grandes bloques económicos, la Unión Europea con sus 27 integrantes y los Estados Unidos de América, mientras Latinoamérica como gran productora y exportadora de alimentos estará a la expectativa del desenlace. Se trata de la puesta en vigencia de la política “De la Granja a la mesa” de la comunidad de naciones del Viejo Continente que propugna limitar el uso de pesticidas, la agricultura ecológica, el respeto medioambiental y el bienestar campesino, de benévola apariencia.

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La reducción drástica es de tal magnitud que tiene como meta bajar el 50 % del uso de plaguicidas y el
20 % de fertilizantes químicos hasta el cercano 2030 y que el 25 % de áreas agrícolas actuales se destine a labranza ecológica, como medidas de conservación y restauración de la afectada biodiversidad, que significará ejercicio de maniobras diplomáticas y económicas para que los socios comerciales de fuera de la geografía de la Unión (entre ellos Ecuador) hagan lo propio, lo cual presupone pérdida de tolerancia de importaciones frente a residuos vetados por organismos de control.

Estados Unidos sostiene que los objetivos propuestos bien podrían alcanzarse sin asumir restricciones con arbitrarios límites que acarrearían disminución de productividad, merma de ingresos a los agricultores, caída de la demanda de mano de obra, disminución del PIB agrícola, a evitarse recurriendo a la innovación para aplicar con mayor precisión agrovenenos, emplear edición genómica, que no requieran saturar con indeseables substancias las labores del sector, sin reducir la capacidad productiva de los campos.

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La Comisión Europea busca un sistema alimentario saludable con emisiones neutras que mitiguen el cambio climático y propendan el acople de los seres vivos a él, preservando la diversidad biológica, asegurando la provisión sostenida de nutrimentos sanos a precios remunerativos para los campesinos pero asequibles a los consumidores y canales cortos de comercialización.

Los latinoamericanos, típicos exportadores, tendrán que decidir por la opción que más convenga a cada nación, examinando los productos intertropicales con agricultura diferente a las regiones de cuatro estaciones, teniendo especial cuidado en cultivos como banano, cacao, café, plátano, pitahaya, aguacate, que no ejercen competencia a los clásicos plantíos europeos y norteamericanos, pero en vigilancia extrema de trazas que involuntariamente podrían mancillarlos, en tanto se cuenta con pocas alternativas de reemplazo de fórmulas químicas menos dañinas. Una política acertada consistiría en mantener calculado equilibrio, ambos poderosos bloques son fundamentales para sostener e incrementar nuestras ventas, manejando con precaución la utilización de agroquímicos, sustituyéndolos con biológicos u orgánicos buscando intensificar su eficacia e inmediata acción, acogiendo la recomendación de acudir a la edición genómica como respuesta al manejo adecuado de agrotóxicos, al mejoramiento varietal rápido, incluyendo ganaderías con superiores rendimientos. (O)