Quizás la principal lección que podría tomar el gobierno de Guillermo Lasso de la más reciente crisis poselectoral es aceptar que existe una amplia gama de grises entre lo blanco y lo negro de la política nacional. De noche o de día; conmigo o contra mí; y el clásico “yo mando y tú solo obedeces” son posiciones radicales incompatibles con las acciones que posibiliten lograr una gobernabilidad al menos básica.

En ese contexto, el arribo de Henry Cucalón a Carondelet, conocedor como es a profundidad de la filosofía política, y a la vez “con calle”, puede servir para que, aunque tardíamente, el régimen empiece a pintar esos grises que le permitan surcar al menos una digna segunda mitad del período, claro, si primero logra encallar los ánimos de sucesión presidencial que rondan en otros poderes.

Elecciones seccionales de Ecuador 2023

Otra lección, complementaria y casi obvia, que podría quedar de la derrota electoral de una consulta que se creía fácilmente ganable, es que la lógica no aplica necesariamente en la política; que no todo lo que parece es; que las jerarquías no se cumplen con la verticalidad y rigor con que ocurre en el mundo privado. Que la corrupción, igual que la tos, es muy difícil de disimular. Todos estos criterios parecerían ajenos, desconocidos por el círculo cercano, colaboradores de confianza por décadas, que ahora pierde a varios de sus rostros representativos.

(...) la lógica no aplica necesariamente en la política; que no todo lo que parece es...

Asimilar esas lecciones debe complementarse con una estrategia bicéfala. Sí, esta vez sí las dos cabezas pegadas al mismo cuerpo gubernamental: la negociación eficaz y la comunicación estratégica, ambas políticas, y actuando coordinadamente. Autonomía de acción para un ministro de Gobierno que sabe del oficio, que pueda reunirse y negociar sin sospecha ni celos con quien sea necesario, aunque le toque descender a los infiernos; y comunicación política, de la dura y frontal, paradójicamente ausente de Carondelet al menos por tres lustros. Reinaugurar de esa manera el acceso a las fuentes directas y al debate de los temas, por álgidos que sean. A las ruedas de prensa de verdad, sin preguntas pactadas ni vetadas y respuestas para todo. A la diversidad de voceros, con un mismo eje narrativo, de los objetivos gubernamentales, aprovechando toda las oportunidades que ahora brinda la tecnología.

Cambios en el gabinete de Guillermo Lasso serían para ‘refrescar’ y superar el revés de la consulta popular, pero no son suficientes, según analistas políticos

En los últimos tres lustros los gobiernos, y este no es la excepción, se han sentido más cómodos con el tridente marketing-publicidad-propaganda, que si bien es una necesidad, suele colocar un muro a la confrontación de las ideas e impone versiones oficiales y verdades parciales, en su afán de crear una narrativa oficial que muchas veces está pegada con saliva. ¿Por qué temer a los periodistas, sean experimentados o no, muestren sesgos ideológicos o no? ¿Por qué mejor no conectar con ellos, con data, para desmontar versiones oficiales, y otra gama, pero de prejuicios?

Si algo bueno se podría sacar de la debacle electoral del Gobierno y su consulta sería entender, de una vez por todas, que sus funcionarios deben actuar con mentalidad y cintura política, no como subordinados. Y que las audiencias, los públicos a las que deben llegar, no son clientes, sino ciudadanos. (O)