El libre comercio permite a los ciudadanos beneficiarse de la división internacional del trabajo. Toda barrera –arancelaria o no arancelaria– en esencia destruye esos beneficios. Por eso es loable el objetivo que se ha fijado el Gobierno de firmar 10 TLC hasta 2025. Sin embargo, los TLC deben seguir un proceso político en otros países, donde ejercemos poca influencia. Por ende, si queremos lograr una apertura comercial rápida, debe empezar el trabajo en casa.

El Gobierno ya ha empezado a hacerlo, eliminando 17 reglamentos de las normas INEN. Esto liberaliza el comercio de cárnicos, baldosas, productos de confitería, entre otros. Para ilustrar el efecto nefasto de estos reglamentos consideremos el caso de las baldosas, un producto importante para cualquier construcción. Usualmente al buscar regular un mercado de productos, se adapta la estrategia de homologación con una norma internacional considerada sensata o aquella de inventar una norma local.

Con la homologación el exportador extranjero podría certificar su producto en Europa o EE. UU. y simplemente presentar un certificado a las autoridades ecuatorianas evidenciando básicamente que el producto cumple con los requisitos de la norma equivalente en el mercado americano o europeo. Pero en el caso de las baldosas no encontraron dicha norma. Entre los múltiples peligros que acechan la vida de los seres humanos, las baldosas no están entre los más graves. No obstante, las autoridades ecuatorianas en la época de Correa, que decían abiertamente que buscaban limitar las importaciones, crearon el requisito de que cualquier cerámica a ser importada sea sometida a costosas y demoradas pruebas en determinados laboratorios, extendiendo el tiempo de importación desde aproximadamente 60 días hasta 6 meses. Cumplir con esta norma incrementa el costo de importación, por encima de lo que ya lo había aumentado el arancel mixto: 14 centavos por kilo más un arancel de 5 %.

Agárrese: si el empresario desea volver a importar la misma cerámica que importó anteriormente, debe repetir todo el proceso. Los defensores de este reglamento, que enhorabuena dejará de estar vigente la próxima semana, dicen que el motivo detrás de este reglamento es la seguridad de los consumidores. Entonces, ¿por qué se ha permitido el ingreso de baldosas europeas exentas de cumplir con este reglamento desde 2017?

Afortunadamente, gracias al acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, ahora sus baldosas ingresan al país con un arancel de 6,2 %. Las demás, incluidas las chinas que podrían ser una opción conveniente por ser más baratas, seguirán estando sometidas a un arancel mixto de 14 centavos por kilo más 5 % sobre el valor total de la importación. Mientras que en el resto del mundo las cerámicas chinas son más baratas que las europeas, en Ecuador sucede lo contrario.

Algunos dirán que han protegido a los consumidores de una invasión de productos de calidad inferior e incluso los risibles argumentos de que dizque las cerámicas atentan contra la vida de los consumidores. Algún productor nacional de zapatos dirá que el peligro real es el calzado y así defenderán de igual forma las normas que bloquean el acceso de los ecuatorianos a mejores y más numerosas opciones de calzado, textiles, y un largo etcétera. (O)