El talento es la capacidad particular o facilidad de una persona para aprender o ejecutar una determinada tarea, cumpliendo a cabalidad el propósito y metas de las cuales es responsable.

El talento humano es “holístico” y “específico” para un cargo. Está compuesto por los conocimientos adquiridos a través del aprendizaje formal y la experiencia; por las habilidades innatas o desarrolladas previamente; por la inteligencia para manejar las emociones para saber controlar lo que se dice o hace y para conectar con otros; por el estilo de comunicar y enfrentar los retos, interactuar con las personas, cumplir la norma y cambiar cuando es necesario; por las competencias para entender las situaciones, resolver problemas, liderar, ejecutar, asimilar las tecnologías, entre otros. El talento comprende los valores de la persona.

El talento se cultiva y se desarrolla; no se improvisa. Una persona no es talentosa de la noche a la mañana para algo. El talento no es algo subjetivo sujeto a lo que a uno le parece; se puede determinar y medir con absoluta precisión. Es un mito pensar que la confianza, la familiaridad o la cercanía configuran el talento. También es un mito pensar que las buenas intenciones o la simpatía hacen una persona talentosa, que una persona es talentosa para todo. El talento no tiene edad, sexo, etnia, consanguineidad ni condición. El talento es duro, objetivo y ácido: la persona crea valor o no, se desempeña eficazmente o no, se alinea al propósito o no; su historia de vida lo muestra con meridiana claridad o no.

Es tan importante el conocimiento del talento que ha dado origen a una ciencia nueva llamada en inglés “la ciencia del self”. Es tan relevante que las organizaciones líderes utilizan la data para cuantificar su stock de talento. Lo consideran un capital clave para el éxito, incluso más importante que el dinero y la infraestructura. Entienden que sin talento de calidad nada es posible.

La gestión del talento no hay que dejarla al azar; es una disciplina del management ejercida por profesionales expertos cuyos procesos son atraer, incorporar, evaluar, cuidar, retener y desarrollar. Las personas que gestionan el talento siempre están o deberían estar cercanas al CEO, ya que para él es su mayor responsabilidad. Como diría Jim Collins, lo más importante en cualquier organización es “primero quién, luego qué”.

Somos líderes mundiales en productos agrícolas y del mar; empresas y start-ups tecnológicas ecuatorianas captan millones de dólares; emprendedores y profesionales triunfan en el exterior; alumnos en universidades top destacan; artistas y científicos sobresalen; algunos ministros y funcionarios públicos del actual Gobierno destacan por sus resultados. Son unos ejemplos que revelan que Ecuador tiene personas con talento.

Para prosperar necesitamos más talento en la política y la Administración pública, por la que pagamos todos y porque nos afecta a todos. El 5 de febrero de 2023 tenemos una oportunidad: los ecuatorianos votaremos por 5.633 nuevas dignidades. Ya sabemos todos que, cuando el talento y el estilo de comportamiento encajan con las necesidades del cargo, ¡se dan resultados extraordinarios! De todos nosotros depende elegir aquellas dignidades que han mostrado resultados... y demuestran tener talento para los grandes desafíos que el país requiere solucionar. (O)