Las recientes audiencias en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, referentes al ataque al Capitolio en enero 6 de 2021, revelan un comportamiento ejemplar por parte del entonces vicepresidente Mike Pence. En aquella fecha, y en los días precedentes, las presiones que ejerció Trump para que Pence violentara el proceso democrático durante el conteo de los votos fueron enormes. Sin embargo, en un gran despliegue de estoicismo, el vicepresidente resistió las presiones, aun a riesgo de su propia vida, según los testimonios.

Al no poder doblegar a Pence, Trump incitó a sus seguidores a atacar el Capitolio para interrumpir el conteo. Durante el asalto, el vicepresidente fue llevado a un ambiente seguro, con la intención de evacuarlo. A pesar de que la mayoría de su comitiva ya había abordado los vehículos, el vicepresidente tomó la decisión riesgosa de quedarse en el Capitolio. Después de desalojada la turba, Mike Pence completó el proceso y declaró a Joseph Biden como presidente de los Estados Unidos, dando paso así a lo más necesario en ese momento: la transferencia pacífica del poder.

Los testimonios sugieren que Pence estuvo muy cerca de ser ejecutado por las masas que querían ahorcarlo en el cadalso que había sido llevado al Capitolio para ese fin. Las hordas estuvieron a menos de 20 metros de él, pero gracias a una confusión en los pasillos, la turba se desvió. Igual destino le deparaba a la líder de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.

Durante la administración de Trump, Pence apoyó religiosamente a su jefe. Sin embargo, durante el asalto al Capitolio la relación colapsó. El vicepresidente prefirió defender la democracia y no acatar las presiones ilegales del presidente. En la última conversación Trump lo llamó “wimp” (blandengue).

En las discusiones entre los asesores, sobre el rol del vicepresidente, era claro que constitucionalmente Pence no hubiera podido apartarse del conteo mecánico y del pronunciamiento. El abogado de Trump, John Eastman, defendió hasta el último momento la tesis de que sí se pudieron haber alterado los resultados, beneficiando así a Trump. Después del fracasado intento y antes de la transferencia de mando, Eastman le pidió a Trump que se le otorgara el perdón presidencial, anticipándose a que su conducta sería eventualmente acusada de criminal. El perdón le fue negado.

Es probable que estas audiencias no tengan consecuencias legales para Trump, pues para una acusación formal se necesita la mayoría en el Senado. Hasta ahora muy pocos de los senadores republicanos han mostrado la valentía de Mike Pence para votar a favor de la acusación. Trump mantiene el control sobre el partido republicano y se prepara para las elecciones del Senado en noviembre de este año y las presidenciales en 2024.

En su testimonio, el juez conservador Michael Luttig advirtió que Donald Trump representa un peligro a la democracia estadounidense. En caso de que vuelva a perder las elecciones recurrirá a métodos todavía más gansteriles, que podrían darle la Presidencia a un déspota de dudosa calidad moral. (O)