Soy un usuario satisfecho del aeropuerto J. J. de Olmedo. De fácil acceso. La terminal es de buen tamaño, no hay aglomeramientos. El personal de los mostradores de las aerolíneas es muy profesional. Las salas de espera, nacional e internacional, son amplias, y siempre se embarca por mangas. La principal crítica es que no parece que haya coordinación entre el personal de migración asignado y las necesidades del momento, y en los viajes internacionales puede haber aglomeramiento y atrasos en migración. Pero eso está fuera del control de la autoridad aeroportuaria y la concesionaria.

Se necesita un nuevo aeropuerto, que se lo prevé en Daular. Me inquieta que el aeropuerto se aleje. Los viajes de ida por vuelta van a ser una tortura. Pero es indispensable. No es un asunto de terminal. Es que el Ecuador crece, cada día se exporta más, se importa más, aumentan los turistas, viajes de negocios. Y no hay como prolongar la pista para servir a aeronaves de mayor envergadura. No hay como agrupar todos los servicios que requiere un aeropuerto de mayor movimiento. No se lo previó cuando se implantó el aeropuerto en su ubicación de la avenida de las Américas en la primera mitad del siglo XX.

El movimiento nacional de personas y carga y sus servicios vinculados son lo que mueven la economía y el empleo en este conglomerado de 3 millones de habitantes, la capital de la economía privada del país. Si Ecuador crece y Guayaquil no satisface sus necesidades de conectividad aérea el transporte internacional se concentrará en Quito, que cuenta con un aeropuerto con pistas e instalaciones adecuadas. Guayaquil quedaría al margen de los negocios y empleos tanto directos como indirectos que genera el tráfico aéreo internacional.

No solo Guayaquil estará afectada con la decadencia aeroportuaria, sino todo el centro sur del país, en particular Azuay, Los Ríos, El Oro. Por la mala calidad de las vías y la falta de rutas aéreas entre Manta y Guayaquil los viajeros manabitas optan por el Mariscal Sucre.

Confiemos que se haga de todos los elementos de juicio para escoger la mejor opción...

Para que haya ese nuevo aeropuerto los usuarios hemos venido pagando una tasa por pasaje, como usuarios del J. J. Olmedo.

Tenemos nuevo burgomaestre, que rompe una continuidad de tres décadas, y de sus primeras declaraciones se desprende que va a mirar al proyecto del aeropuerto con ojos nuevos, a revaluarlo. Es lo que corresponde. La proyección de años atrás sobre el crecimiento del tráfico aéreo de Guayaquil resulta optimista, ya que la economía está estancada o con bajo crecimiento desde 2015, pero sobre todo por la cuarentena y distanciamiento social entre 2020 y 2022. Cabe entonces que la nueva administración vea lo que más conviene: mantener el cronograma o atrasarlo, cambiar o mantener la características del nuevo aeropuerto, quizá hacer obras parciales hoy que estimularían la economía como la nueva autopista. Qué hacer con las instalaciones y área del aeropuerto actual que está en el corazón de la ciudad. Incluso el alcalde abrió el abanico para considerar aplicar los fondos del fideicomiso a obras sociales.

Aquiles Álvarez es hombre de empresa. Confiemos que se haga de todos los elementos de juicio para escoger la mejor opción para el aeropuerto y los fondos recogidos para su construcción. (O)